El sueño, una parte esencial de la vida que ha sido descuidada

Pilar Durán Hernández, neurobióloga de la Facultad de Ciencias de la UNAM, subrayó que ‘lo que le pasa al sueño afecta a nuestro organismo’ y explicó las diferencias entre trastornos y desórdenes del mismo, subrayando que las necesidades de sueño de una persona cambian con la edad y que, sí, la pérdida de sueño por el uso de dispositivos daña nuestra salud.

marzo 15, 2024 11:59 am Published by

Este 15 de marzo, en el marco del Día del Sueño, Pilar Durán Hernández, neurobióloga de la Facultad de Ciencias de la UNAM, afirmó que el sueño es un índice de integridad funcional y parte esencial de la vida, “pero no lo cuidamos”, declaró.

El sueño de calidad es uno de los pilares de la salud, junto con dieta equilibrada y actividad física regular. Las personas que duermen sin interrupciones presentan tasas más bajas de hipertensión, diabetes, obesidad y otras enfermedades crónicas, informó en un comunicado la Dirección General de Comunicación Social de la UNAM.

Se trata del binomio sueño-salud y lo que le pase al sueño, afecta a nuestro organismo.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 40% de la población global, en promedio, duerme mal y sufre algún tipo de trastorno como apneas, síndrome de piernas inquietas o sonambulismo; sin embargo, menos del 20% de quienes los padecen son diagnosticadas y tratadas correctamente.

Foto: Alyssa L. Miller. CC BY 2.0 Deed.

Durán Hernández subrayó que la ayuda médica que requieren ésos pacientes debe estar a cargo de grupos multidisciplinarios integrados por psicólogos, psiquiatras, neurólogos, entre otros, que contribuyan a mejorar la calidad de vida de los pacientes que sufren patologías del sueño.

Asimismo, Durán Hernández agregó durante el sueño se presenta una disminución de la conciencia con el medio externo, una fase de integridad funcional, pero también un momento de nuestro estado mental en el que tenemos demasiada actividad subcortical.

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“Pareciera que nuestra corteza cerebral está calmada; sin embargo, tiene un fuerte dinamismo”.

Las necesidades del sueño varían con la edad

El sueño tiene un rol fundamental en la buena salud y el bienestar a lo largo de la vida. Llevarlo a cabo entre siete y ocho horas diarias, según los requerimientos por edad, tiene efectos positivos en nuestro organismo. Durante ése proceso fisiológico el cerebro permanece activo y se generan cambios hormonales, metabólicos, térmicos, cerebrales y bioquímicos, además de funciones biológicas que prolongan la existencia.

Foto: Mussi Katz.

Durán Hernández puntualiza que los recién nacidos –incluso en el vientre materno, durante el último tercio de la gestación– lo hacen durante prácticamente 50% del tiempo, y de ese lapso la mitad representa el sueño reparador (sueño profundo), que ayuda a madurar su sistema nervioso. El otro 50% lo realizamos en el llamado sueño MOR o de las ensoñaciones, que está involucrado en la conectividad de los circuitos neurales.

Conforme los seres humanos maduramos disminuye esta necesidad. Por ejemplo, los adolescentes requieren entre siete y nueve horas de sueño. “Es importante que ellos tengan también el pico de una siesta, por los cambios hormonales que experimentan en esa etapa de la vida y por la necesidad de reponer proteínas y otros metabolitos”, señaló Durán Hernández.

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Por otro lado, la necesidad de sueño en la edad adulta se reduce, pero este debe ser de manera efectiva, “soñamos mucho menos, pero nuestro sueño reparador, la fase más profunda, tiene que ser eficaz para sintetizar todo aquello que perdimos durante la vigilia previa y nos permita regular lo que viene al siguiente día”, señaló Durán Pérez.

Sin embargo, las personas mayores duermen entre cinco y siete horas de manera fragmentada: en el día unas horas, otras por la tarde, y un tiempo más durante la noche. En ése sentido, cubren sus necesidades, pero no de manera corrida.

Foto: Archivo Flickr

Trastornos vs. desordenes del sueño 

En la actualidad, por el ritmo de vida acelerado, sobre todo en las grandes urbes, las personas tienden a dormir menos, lo cual impide tener un descanso reparador. Durán Hernández señaló que los trastornos del sueño se caracterizan por una calidad insatisfactoria del dormir que persiste durante un periodo de tiempo considerable, lo cual afecta la salud al disminuir el sistema inmune y procesos cognoscitivos como atención, aprendizaje y memoria. Sin embargo, dichos trastornos son prevenibles.

A diferencia de los trastornos del sueño, los desórdenes del sueño son aquellos que alteran por cuestiones externas. Ejemplos de estos son sonambulismo, apnea del sueño, y somniloquia o hablar durante el sueño.

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“Normalmente se presentan en infantes y desaparecen conforme madura el sistema nervioso, aunque podríamos experimentar un evento en la adultez o en la vejez, pero no pondrán en riesgo nuestra calidad de vida o la salud”.

Impactos del uso de dispositivos en el sueño

Durán Hernández advirtió que la pérdida de sueño por el uso de dispositivos daña tanto nuestra salud como el ciclo circadiano de sueño-vigilia -dormir en la noche y estar despierto durante el día-. Subrayó que, de alterarse este último, también se perturba la ingesta de alimentos y, con ello, la presencia del síndrome metabólico, lo cual en un futuro podría provocar el desarrollo de enfermedades, como la diabetes tipo 2.

Foto: HackNY.org. CC BY-SA 2.0 DEED

Al permanecer expuestos por tiempos prolongados disminuye la secreción de melatonina -hormona que regula el ciclo del sueño-vigilia-, y aumenta los niveles de cortisol -hormona del estrés-, por lo cual despertamos cansados. Durán Hernández subrayó que a veces llegamos a normalizar esta conducta, lo cual no es lo correcto.

Recomendaciones para dormir bien

Durán Hernández señaló que Para un sueño reparador es necesario un ambiente totalmente oscuro, silencioso y fresco; establecer horarios para dormir y despertar todos los días a la misma hora, incluyendo los fines de semana, días festivos y vacaciones.

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Para los infantes se sugiere que tres horas antes de irse a la cama apaguen televisión, computadoras, tabletas y teléfonos móviles; realizar alguna actividad física de relajación; bañarse con agua a temperatura media, beber un vaso pequeño de leche tibia, la cual contiene triptófano, un aminoácido precursor de serotonina y melatonina.

Los adultos deben hacer lo mismo media hora antes, además pueden leer un libro, escuchar música relajante y cenar ligero, evitar consumir estimulantes del sistema nervioso central como cafeína, vino o alcaloides, y tampoco fumar.

Durán Hernández subrayó que no se ha encontrado ningún medicamento que permita controlar el sueño, pues este es una función fisiológica.

(Con información de DGCS-UNAM)

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