Eloísa Hernández Viramontes sigue la huella de los artistas que sumaron la palabra a su propuesta en su nuevo libro
La investigadora y curadora publica ‘La palabra como lenguaje artístico. Prácticas textuales en México’.

Por Héctor González
¿Cómo ha sido la relación entre la palabra y la plástica en México? El diálogo entre literatura y plástica no siempre ha estado exento de polémica, pese a que detonado propuestas tan interesantes como las de Mathias Goeritz, Ulises Carrión o Vicente Rojo.
Con el ánimo de hacer un registro cronológico de esta relación, la investigadora Eloísa Hernández Viramontes publica La palabra como lenguaje artístico. Prácticas textuales en México (Saenger Editores), un ejercicio hasta ahora inédito y sobre el cual, la autora espera que tenga continuidad con una exposición.
¿Cómo surgió la idea de Prácticas textuales en México?
Hace mucho cuando conocí el trabajo de algunos artistas conceptuales en el ámbito internacional, como Joseph Kosuth y Lawrence Weiner. Me llamó mucho la atención que sus obras fueran creadas con texto y de ahí me surgió la pregunta de si había artistas similares en México.
Después de tu investigación, ¿crees que podríamos hablar de una tradición en este sentido?
Una de las cosas que más me llamó la atención fue descubrir que había una gran variedad de artistas que habían trabajado con texto desde principios del siglo XX. Otra cosa que me sorprendió fue encontrar que hay un vacío bibliográfico al respecto. Hay artículos y textos de historiadores y curadores que en algún momento se acercaron a estas propuestas, pero libros como tal hay muy pocos si tomamos en cuenta la cantidad de artistas que trabajan con la palabra.
¿Y a qué atribuyes este vacío? ¿A qué se le consideraba como una propuesta menor?
Estas prácticas textuales conllevan un poco de debate, justamente porque están trabajadas a partir del lenguaje escrito u oral, que pues es la manera en que nos comunicamos todos los días. Todos tenemos acceso inmediato siempre a la palabra escrita y puede ser que esa fuera una de las razones por las que no había una publicación previa sobre el tema.
¿En qué momento empieza a ganar presencia o reconocimiento esta manifestación interdisciplinaria?
Creo que es en la época contemporánea. Empezó con más fuerza desde la llegada de Mathias Goeritz a México, él empezó a explorar con la palabra ya en su forma tridimensional y a partir de la plasticidad y la fonética. A partir de entonces más artistas comenzaron a trabajar con el lenguaje escrito e incluso se alejan de técnicas más tradicionales.
Uno pensaría que México sería tierra fértil para esto dada nuestra tradición de buenos poetas y artistas plásticos.
De hecho, en el libro propongo que la genealogía de estas prácticas es justamente a partir de la poesía experimental. Aquí encontramos colaboraciones, de Vicente Rojo con Octavio Paz, o de Arnaldo Cohen con Francisco Serrano. Me parece que la poesía ha ayudado a esta retroalimentación y a compartir lenguajes entre ambas disciplinas.
En comparación con otras partes de América Latina o incluso de Estados Unidos o de Europa, ¿cómo está México?
En la actualidad se han desvanecido los límites entre las distintas prácticas. Muchos artistas en el ámbito internacional y en México trabajan con las mismas técnicas, tienen preocupaciones similares. Hoy, me parece, el contexto social, político y económico es lo que marca la diferencia al momento de explorar la palabra en sus diferentes soportes.
¿Qué papel atribuyes a alguien como Ulises Carrión, que en su momento desdeñado por la crítica?
Cuando hay nuevas propuestas artísticas siempre hay polémica. Ulises Carrión fue un parteaguas. Hablo de él en el contexto de sus performances de lenguaje. A través de su pieza de “Poet’s Tongue” empezó a cuestionarse la estructura del propio lenguaje, pero también de la propia estructura literaria. Sin duda eso generó mucho ruido en su momento.
¿Entre los artistas jóvenes como se está dando la relación texto y plástica?
Hay muchos artistas que siguen trabajando a partir de la poesía como detonante de sus piezas. Un ejemplo es Jorge Méndez Blake, quien continuamente reinterpreta poesía y poetas. Un artista más joven es Ivan Krassoievitch, quien trabaja mucho a partir de poemas de Emily Dickinson y de otros poetas mexicanos.
¿El contexto social y político de México cómo brota en este tipo de arte?
La palabra siempre ha sido un medio que a través del arte transmite los mensajes con mayor claridad y potencia. Muchos artistas jóvenes están retomando este tipo de estrategia textual para cuestionar y hacer una crítica del contexto sociopolítico, de la publicidad y de los propios medios.
¿Entre museos y galerías hay más apertura para estas propuestas?
En el libro hay un apartado que plantea un recorrido por algunas exposiciones que se han hecho con piezas textuales. Creo que tanto los museos como galerías permiten seguir explorando nuevas propuestas. Espero que en algún momento mi investigación tenga el alcance de un discurso curatorial.
¿Hay planes o se te ha acercado algún museo para hacer una exposición a partir del libro?
Todavía no hay nada concreto, pero como proyecto personal sí me interesa explorar esa posibilidad.
También se podría actualizar continuamente la publicación.
Sí, de hecho, en esta ocasión no pude incluir a todos los artistas que están trabajando con la estrategia textual. Cada vez son más quienes que recurren a esta estética, entonces, pues sí, este libro puede ser un punto de partida para iniciar un diálogo y nuevas investigaciones.

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