“El punk puede ser un instrumento para sanarte a ti misma”: Alice Bag
La cantante y escritora habla de su libro ‘Violence girl. Historia de una punk chicana’, y anuncia concierto el 3 de octubre en Multiforo Alicia.

Por Héctor González
“Cuando eres chicano te sientes como que no encajas”, reconoce Alice Bag (Los Ángeles, 1958). Compositora, escritora y activista, es protagonista de la contracultura californiana desde la década de los setenta cuando formó The Bags, una de las primeras bandas punk de su ciudad. Desde entonces no ha dejado de usar la música y la palabra para expresar su forma de pensar, una forma de pensar que casi siempre va contracorriente.
Sin dejar de asumir sus raíces mexicanas, creció escuchando al Charro Avitia y a Lola Beltrán, Alice Bag cree en el poder transformador de la música, “lo importante es conectar, aunque sea con una persona”, apunta la también autora de Violence Girl. Historia de una punk chicana, una autobiografía con buena dosis de pólvora, traída a México por el sello Liburuak.
De paso por la CDMX para presentar su libro y anunciar su presencia, con su proyecto Juanita y Juan -al lado del ex Cramps y Bad Seeds, King Congo Powers-, en el concierto Antimuros, en el Multiforo Alicia, la artista conversó con Aristegui Noticias.
¿Cuándo piensas en México qué es lo primero que te viene a la cabeza?
Pienso en mi familia, en el amor. En México tengo familia y amigues, me encanta su comida estoy enamorada de la Ciudad de México.
Creciste dentro de una comunidad chicana, ¿qué relación tienes como artista con el país?
Cuando era niña pensaba que era mexicana. Mis padres eran inmigrantes, pero la realidad es que nací en Estados Unidos. Todos los veranos íbamos a Ciudad Juárez con mi mamá y mi hermana, nos pasábamos ahí todo el verano. A los 10 o 12 años visité por primera vez la Ciudad de México para ver a mis tías. Me encantó, fuimos a las pirámides, conocía mis primas, es decir, tengo toda una historia. Josefina mi tía favorita, acaba de fallecer, ella vivía en San Pedro de los Pinos. Durante la pandemia, mi tía me habló y me dijo, “tengo 97 años, si vas a venir a pasar tiempo conmigo vente ahora porque si no después puede ser ya muy tarde”. Lo platiqué con mi esposo y en cuanto nos vacunamos nos fuimos para allá, estuvimos casi tres años.
¿De qué manera influyó en tu música la presencia de lo mexicano y lo estadounidense?
Crecí oyendo la música que escuchaba mi papá, eran rancheras. Le encantaba Miguel Aceves Mejía, El Charro Avitia, Lola Beltrán, a mi mamá y a mí nos gustaba Pedro Infante, pero también Enrique Guzmán, César Costa y Javier Solís. Vi también mucho cine español y descubrí a Rocío Durcal, Pili y Mili. Hasta que entré a la escuela me sentía mexicana, solo hablábamos español. La transición posterior fue muy dura porque en la escuela aquí solamente me hablaban en inglés y me trataban como si fuera tonta.
Con esa formación tan cercana a la música popular mexicana, ¿en qué momento te encaminas al glam y el punk?
Eso fue cuando entré a la secundaria. Quería un sonido propio, algo que me tocara. Así fue como llegué al glam, que me parece, es para personas que están un poco más allá de lo normal. Era una época en la que me cuestionaba el género y la sexualidad, un periodo en el que no sabía lo que era y estaba confundida. Me atraían las chicas, pero también los chicos. Recuerdo haber leído una entrevista con David Bowie en la que asumía su bisexualidad y eso me cambió la vida, pensé “si él se siente bien así, yo también puedo serlo”, eso me hizo sentirme muy segura de mí misma. Creo que en Los Ángeles muchas de las personas que entraron al punk salieron de la escena del glam porque no encajaban con la “música normal” ni con la parte más conservadora del rock. Es decir, para mí el glam estaba fuera de todo eso y el punk todavía más, era más crudo y tampoco exigía tener demasiada experiencia ni técnica para entrarle.
¿Qué se mantiene de aquella actitud de los setenta y ochenta con tu banda The Bags?
Lo que se mantiene es el saber que no necesitas hacer algo perfectamente, es más importante tener algo que decir, expresar, algo que sacar y que lo sientas. Si lo consigues vas a tener una comunidad respaldándote y una audiencia que se identificará contigo, aunque conectes con una sola persona, lo importante es que aportarle algo a alguien y a ti misma.
¿Cómo entiendes la cultura chicana?
Cuando eres chicano te sientes como que no encajas. Por un lado, no te sientes completamente dentro de la cultura norteamericana porque el anglosajón no sabe o no cree que Estados Unidos tiene muchas influencias. Por eso para mí es importante que se sepa que no todos los estadounidenses son anglosajones, ni que tenemos los mismos valores. Y, por otro lado, si bien cuando voy a México me siente bien y ahora tengo pasaporte mexicano, me reconozco como que no nací ahí, por eso siempre quiero aprender, absorber, respetar, y sentirme parte de la cultura y las costumbres de mi familia.
Ahora precisamente son difíciles para los migrantes en Estados Unidos, ¿cómo lo estás viviendo y de qué manera incide en tu parte creativa?
Lo vivo como mucha gente aquí. Voy a las protestas, trato de ayudar a las personas que lo necesitan. Se están llevando a la gente de una forma escalofriante, te ponen una bolsa en la cabeza y te llevan a quien sabe a dónde. No tienes tiempo ni de avisar a tu familia, es horrible. Intentamos apoyar como podemos y qué bueno que lo mencionas porque también estoy en un grupo llamado Juanita y Juan, con Kid Congo, y el 3 de octubre vamos a dar un concierto llamado Antimuros, en el Multiforo Alicia de la Ciudad de México, lo recaudado será dos organizaciones que ayudan a los migrantes. Una se llama ODA, Otros Dreams en Acción, una colectiva binacional que acompaña a jóvenes deportados, la otra es Casa Tochan, un albergue en la Ciudad de México que brinda refugio a migrantes. También van a estar ahí Convulciones, Soga, Dicronio y Killer Wolf.
¿Qué es el punk ahora? ¿Dónde está el punk?
El punk es muchas cosas para diferentes personas. Depende de dónde estás en tu vida, es un instrumento que puedes usar para sanarte a ti misma. Hay personas que quizás tienen problemas en su casa y escriben canciones sobre lo que está pasando en su entorno, pero también en el mundo. La música es muy poderosa para cambiar a la gente, primero porque hace vibrar tu cuerpo. Después, si tienes una letra con un mensaje poderoso puedes motivar a una persona que a su vez puede mover a otra y así generar un cambio.
¿Qué bandas escuchas ahora y qué lees?
Prácticamente todo lo que leo es en inglés. Lo último que me encantó fue James, de Percival Everett. Los libros de Silvia Moreno-Garcia, me fascinan, en especial Velvet was the Night, habla de los años sesenta en la Ciudad de México. De música estoy escuchando a una banda de Los Ángeles llamada Trap Girl, acaba de sacar un disco nuevo, tiene una energía super poderosa y agresiva, pero al mismo tiempo es muy femenina y bonita. También me encantan las Linda Lindas, un grupo de chicas a las que he visto crecer, fueron teloneras de Green Day y hasta de Rolling Stones.

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