Juan Domingo Argüelles analiza el desempeño lingüístico de los candidatos
El autor del libro ‘Las malas lenguas’, sostiene que el lenguaje de los políticos es primitivo.

Acerca del primer debate entre candidatos a la presidencia de México hemos escuchado y leído todo tipo de análisis. Propuestas, ataques, aciertos y errores, han sido revisados por especialistas e intelectuales, pero ¿entre ellos quién domina mejor el idioma?
Juan Domingo Argüelles se ha especializado en temas como la promoción de la lectura y el correcto manejo del español.
En su libro más reciente Las malas lenguas. Barbarismos, desbarres, palabros, redundancias, sin sentidos y demás barrabasadas (Océano), el escritor alecciona sobre algunos de los vicios más recurrentes y a los que estamos expuestos todos por el simple hecho de hablar.
En entrevista, el escritor destaca que los mayores daños hacia el idioma se producen en los ámbitos de lo político, los espectáculos y los deportes. Argumenta que esto se debe al grado de influencia que tienen en el público. “El problema es que predomina una enorme ignorancia. Cuando se trata de errores del habla estamos frente a errores de ortoepía; si son de escritura, son errores de ortografía. Gracias al idioma y sus reglas podemos dar unidad a la lengua. A mucha gente esto le parece irrelevante y es delicado porque en realidad lo que hacemos es socavar la importancia del idioma. No se trata de ser purista, sino de que todos podamos entendernos”.
Para Argüelles los errores entre personalidades destacadas de la política o los medios de comunicación reflejan nuestro “pobre sistema educativo”. “Es normal escuchar a un secretario de Estado decir ‘negocía’; debido a su rango se asume que esa es la forma correcta de hablar. Pero ese mismo funcionario nunca dice ‘anuncía’, sino ‘anuncia’. Es decir, no sabe que los verbos ‘financiar’ o ‘negociar’, se conjugan con el mismo modelo del verbo ‘anunciar’. Todos cometemos errores y estamos expuestos a ello, pero todos debemos estar dispuestos a corregirlos”.
Cuestionado sobre el desempeño de los cinco aspirantes a la presidencia durante el debate del 22 de abril, Argüelles concluye, “me di cuenta de que para los políticos no tiene mayor importancia el uso de la palabra para sacar de dudas a los electores. Solo les sirve para atacarse”.
Añade que, a pesar de los altos niveles de audiencia registrados, fueron los memes lo que mejor reflejó el nivel del debate. “La mayoría de los ‘memeros’ tienen faltas de ortografía, tal y como sucedió con los políticos. Vi el uso de formas demasiado manidas y un lenguaje muy elemental. Tampoco es extraño, recordemos que algunos estudios demuestran que, de las más de diez mil palabras en español, la mayoría de las personas solo usan quinientos o si nos va bien, mil palabras. El debate lo puso en evidencia”.
En un análisis por candidato, Argüelles destaca a Ricardo Anaya. “Fue el más articulado a la hora de expresarse. Hizo la tarea y se preparó. ‘El Bronco’, solo llevaba papeles y se dedicó a provocar. A Margarita Zavala se le vio nerviosa y tartamudeo mucho. José Antonio Meade estaba en una situación incómoda y ante su imposibilidad de romper con el gobierno de Enrique Peña Nieto se expresó de manera tibia”.
Acerca de Andrés Manuel López Obrador resalta su poca preparación para debatir. “Uso recursos propios de la soberbia y el desprecio. Se comportó sobrado porque sabe que va arriba en las encuestas. Su salida del foro es buen ejemplo. En términos del lenguaje fue el peor”.
No obstante, Argüelles señala que todos tienen equivocaciones gramaticales o fallas de ortoepía. “Su lenguaje es primitivo y no tiene ninguna riqueza. Se dirigen a sus adversarios políticos y no al electorado, a quien lo único que le piden es el voto”.
El escritor reconoce que el libro tiene como objetivo propiciar una reflexión acerca del idioma. “Hace poco el Secretario de Economía dijo ‘no debemos regresar hacia atrás’. Por supuesto es una frase redundante y absurda porque no se puede regresar hacia adelante. Está claro que el señor Ildefonso Guajardo desconoce la definición del verbo ‘regresar’, el problema es que tampoco acude al diccionario. Como éste hay un montón de errores en los políticos y en ese sentido deberían dar muestras de educación. Una de las cosas más importantes que debemos dominar es el idioma”.
Concluye el especialista: “Si bien un presidente de la república no tiene porque ser un escritor, lingüista, gramático o un especialista en el lenguaje, sí debería escribir y leer de una manera solvente. Desde luego su principal obligación es hacer bien su trabajo. El problema de nuestros gobernantes es que trabajan mal y hablan mal, por eso no se les perdonan sus deslices. Es una forma de señalar su mal ejercicio público”.

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