Restrepo, Jaramillo y Gamboa, opinan sobre la paz en Colombia

Tres destacados escritores colombianos comentan para Aristegui Noticias, la relevancia del acuerdo de paz que se firma en Cartagena de Indias.

septiembre 26, 2016 9:48 am Published by

La firma del acuerdo de paz pone fin a 52 años de conflicto armado entre el Estado y la guerrilla de las FARC, en Colombia. Laura Restrepo, Santiago Gamboa y Darío Jaramillo, exponen para Aristegui Noticias, su posición del pacto calificado como histórico y dan su posición respecto al Plebiscito por la Paz que se celebrará el próximo 2 de octubre.

Laura Restrepo (1950) (Libros: La multitud errante, Delirio y Pecado, entre otros).

El acuerdo que hoy se firma es una apuesta en grande con la Historia.  Una jugada seria y audaz en contra de nuestra dura tradición guerrera y a favor de un futuro de paz.  Los compromisos que tal acuerdo encierra son de honda envergadura y largo alcance, y llevarlos a la práctica implicará una metamorfosis de nuestra sustancia atávica;  una reversión material y espiritual de arraigadas tendencias a la autodestrucción.

Deponer la acción armada, romper las cadenas de venganza, resarcir a los millones de víctimas, detener a los violentos, amparar a los pacíficos, devolver los cientos de miles de hectáreas arrebatadas, honrar la memoria de las vidas perdidas, lograr un digno y equitativo desarrollo agrario y defender el medio ambiente del desastre ecológico, significaría dejar atrás el país que ha sido y convertirse en el país que vendrá.

Serán los colombianos, todos, mujeres, estudiantes, intelectuales, campesinos, comerciantes, deportistas, trabajadores, niños y niñas, quienes mantengan vivo y en movimiento el espacio democrático que el acuerdo ha abierto.  El Presidente Santos y los Comandantes de las Farc han cumplido honrosamente con su parte. Pero los protagonistas de la Historia son los pueblos.

Hoy el poder legal y el insurrecto se comprometen con el fin de la guerra. Pero serán los ciudadanos del día a día quienes construyan y exijan la paz, le pongan alma a la firma, la impulsen en su verdadero alcance y la lleven hasta el logro de un destino señalado.

Hagamos la paz: un verbo que se conjuga en plural.

Santiago Gamboa (1965) (Libros: Perder es cuestión de método, El síndrome de Ulises y Una casa en Bogotá, entre otros.).

​La violencia en Colombia ha sido un tema recurrente desde la Guerra de los Mil Días y la “Masacre de las bananeras”, que aparecen en Cien años de Soledad​. También el protagonista de La vorágine empieza diciendo: “Jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia”. Y más recientemente en El olvido que seremos, de Héctor Abad, o en la prosa virulenta de Fernando Vallejo, por no poner más que un par de ejemplos. Pero no creo que esto sea un tema específicamente colombiano. En todos los países se ha escrito sobre la violencia, pues sólo a través de la cultura esas experiencias traumáticas se transforman en conocimiento.

Votaré Sí a la paz, en el plebiscito de octubre próximo, como creo que es lógico y como deberían votar todos los colombianos. Sólo un país de enfermos, ignorantes o desquiciados votaría No a la paz.​ De ganar esta opción, tendríamos un caso interesantísimo de locura colectiva, ¡una nación con 46 millones de pacientes psiquiátricos! De hecho el plebiscito no debería hacerse, pues la Constitución de Colombia, en su capítulo primero, artículo 22, dice: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”.

Darío Jaramillo Agudelo (1947) (Libros: Historias, Cantar por cantar y Memorias de un hombre feliz, entre otros).

Votaré “si” el próximo 2 de octubre. Prefiero un país con un solo ejército en lugar de dos. En verdad prefiero un país sin ningún ejército, pero esos son deseos íntimos de un utopista; ante los hechos, prefiero uno y no los dos ejércitos que hemos tenido -enfrentados- el último medio siglo.

Los retos son muchos y se resumen en uno solo (reinventar a Colombia): una sociedad justa, donde las oportunidades estén mejor distribuidas, donde haya conciencia de lo público, donde lo público sea de todos, donde haya una eficaz administración de justicia, donde haya respeto por todas las ideas, las creencias, las formas de vida. ¿Las expectativas? Que va a ser muy difícil, pero lo tenemos que intentar.

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