Los reportajes que revelaron la masacre en Apatzingán

En abril, mayo y agosto pasado, la periodista Laura Castellanos documentó lo ocurrido el 6 de enero en Apatzingán, Michoacán. Este miércoles, la CNDH da a conocer una “recomendación por violaciones graves a derechos humanos”.

noviembre 25, 2015 11:40 am Published by

El 19 de abril de este año, en este sitio publicamos el reportaje de la periodista Laura Castellanos. Así comenzaba:

“¡Mátenlos como perros!”, gritaron los policías federales al irrumpir disparando contra un centenar de integrantes y simpatizantes de la Fuerza Rural, que realizaban un plantón en los portales del Palacio Municipal de Apatzingán, a las 2:30 de la madrugada del 6 de enero de 2015.

Ninguno de los manifestantes tenía armas largas. Seis de ellos portaban pistolas registradas y las pusieron en el piso. Los demás cargaban palos y ramas de limonero, de acuerdo con diversos testimonios e imágenes que aparecen en este reportaje.

Todos cumplieron las indicaciones dadas por Nicolás Sierra, El Gordo Coruco, líder de su grupo G250, creado por el entonces Comisionado Federal de Seguridad en Michoacán, Alfredo Castillo, y que por ocho meses cazó en la sierra a Servando Gómez, La Tuta, cabeza del cártel de los Caballeros Templarios. Nadie disparó.

Sierra era uno de los siete hermanos conocidos como Los Viagra, temidos y odiados por acusaciones de ser ex templarios y de cometer atropellos, y apreciados por quienes refutaban lo anterior. Castillo tuvo a cinco de ellos en sus filas.

Los guardias rurales, hombres forjados en la pisca del limón, protestaban porque su grupo había sido disuelto por Castillo veinte días antes sin pagarles sueldo alguno, sin consumar su objetivo y porque enfrentaban nuevas incursiones de templarios en sus localidades.

Rubén, un elemento de la Fuerza Rural, escuchó la balacera y brincó de su camioneta, cuando un policía federal le vociferó: ”¡Levanta las manos y ponte de rodillas!”. Estaba por obedecer cuando a unos metros vio a otro hombre hincado, los brazos en alto, encañonado por los uniformados. Rubén atestiguó la ejecución…

El 24 de mayo, se ampliaron las primeras informaciones. El Ejército también estuvo involucrado: 

A las 2:30 am del 6 de enero, Día de Reyes, un convoy de la Policía Federal irrumpió por un costado del Palacio Municipal de Apatzingán. Momentos después, un destacamento militar lo secundó por el costado contrario.

Ambos sumaban más de 100 fuerzas federales. En una operación de pinza, soldados y policías dispararon al plantón que una centena de elementos de la Fuerza Rural y simpatizantes, armados con palos, mantenían en los portales del Palacio.

Seis de los manifestantes portaban pistolas registradas pero se sujetaron a la orden de no disparar en caso de ataque, dada por su líder Nicolás Sierra, “El Gordo Coruco”.

Algunos pidieron auxilio por su radio de comunicación y arribó una camioneta con guardias civiles provistos de palos. Eugenio Argueta Flores era uno de los pasajeros. Él declaró ante la Procuraduría General de la República (PGR), integrada en la Causa Penal 3/2015-I en poder de la reportera, que: “al momento de identificarnos como autodefensas, la Policía Federal y la Militar nos dispararon con sus armas de cargo, nosotros caímos de nuestro vehículo y al momento de que nos dieron la orden de pararnos. me percaté de que un compañero de los que iba conmigo ya estaba muerto por causa de los disparos de la policía federal y de la militar”.


El “parte informativo  y de puesta a disposición”, signado por ocho militares y tres policías federales, revela que no sólo la policía federal, sino también elementos del 30 Batallón de Infantería de la 43ª Zona Militar de Apatzingán, “intervinieron” en las acometidas del Día de Reyes, en los que habrían muerto al menos 16 civiles.

Dichos militares y policías federales declararon ante la PGR que entre ambos sumaron un contingente de 100 a 110 integrantes que detuvo a 44 personas, entre ellos dos mujeres y un menor de edad, esa madrugada, por los delitos de portación ilegal de armas de fuego y asociación delictuosa.

El 17 de agosto, se expuso el testimonio de un sobreviviente:

En el jardín de la sacristía de una iglesia en las afueras de Morelia,Alexander Madrigal Marmolejo, sobreviviente de la masacre de Apatzingán del 6 de enero de 2015 -en la que murieron al menos 16 civiles-, testigo ese día de ejecuciones extrajudiciales por parte de policías federales, y familiar de 3 de las víctimas, sujeta su biblia, y con angustia, expresa las razones por las que está en la clandestinidad: “Me quieren matar”. Manifiesta: “Pienso que porque yo vi cómo fueron los hechos”.

El hombre treintañero era autodefensa y relata que ese día atestiguó que los policías federales, tras atacar una caravana de civiles desarmados en avenida Constitución, avanzaron hacia los civiles resguardados tras sus camionetas, los hincaban , éstos se alzaban las playeras para mostrar que no portaban pistolas, y “se reían y les disparaban, los mataban a sangre fría”. Además, observó cómo después los efectivos impidieron el ingreso de dos heridos al Hospital General Ramón Ponce para que murieran en la banqueta sin ser atendidos: “los federales dejaron que se desangrara la gente”, señala.

Madrigal asegura que tras los hechos del 6 de enero testigos como él son perseguidos por fuerzas federales y el cártel de los Caballeros Templarios, y que dicha persecución se ha extendido a las familias, como es el caso de su esposa y su suegra, que han sufrido encarcelamientos arbitrarios con tortura a manos de policías estatales. Por esas razones, el hombre que se dedica a la venta de autos y al corte del limón, su madre y sus tres hijos de 7 a 13 años, se han convertido en casos de desplazamiento forzado, dice, ante la indiferencia o complacencia gubernamental. “No confiamos en la autoridad, menos en Apatzingán, están vendidos“. Por esa razón en junio pasado, gracias a un conocido, decidió exponer su caso ante una misión de observación de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México. Otros sobrevivientes o víctimas indirectas, de igual forma, buscan recurrir a instancias internacionales ante la inacción de las instituciones mexicanas por las violaciones de derechos humanos que han vivido.

Alexander es hermano de Miguel e Hilda Madrigal Marmolejo, cuñado de Berenice Martínez Cortés, y amigo del joven Guillermo Gallegos Madrigal, trabajador de su hermano. Vecinos captaron a los victimados con sus celulares tras la masacre: los cuatro cadáveres estaban sobre el suelo, apretados entre sí, el de su hermano con el cráneo reventado y los sesos expuestos, los otros con la carne desgarrada por el impacto de balas de alto calibre. Debajo de los cuerpos, los palos que portaron como armas. Eran cuatro de las 8 víctimas del saldo oficial, que de acuerdo a Alfredo Castillo, ex Comisionado Federal de Seguridad de Michoacán y actual titular de la Comisión Nacional del Deporte (CONADE), perecieron por “fuego cruzado” cuando la citada caravana de civiles dio alcance a un convoy de la Policía Federal…


El martes de esta semana, la CNDH invitó a diversos medios de comunicación a la presentación -este miércoles- de la “Recomendación por Violaciones Graves a Derechos Humanos con motivo de los hechos acontecidos el 6 de enero de 2015 en Apatzingán, Michoacán”. Ya pasaron casi 11 meses desde lo ocurrido.

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