Afganistán: Cuando los periodistas mueren en combate | Artículo

Danish Siddiqui, que trabajaba para Reuters, falleció en Afganistán, durante un ataque armado. El fotoperiodista indio había insistido en que las cosas estaban bajo control y que se retiraría si se ponían mal. No lo hizo a tiempo.

agosto 25, 2021 4:31 pm Published by

Por Témoris Grecko

El 16 de julio, herido por metralla, el fotoperiodista indio Danish Siddiqui se refugió en una mezquita cerca de Kandahar, una zona de Afganistán entonces en fuerte disputa. Lo acompañaban dos soldados de las Fuerzas Especiales Afganas. Un general acaba de admitir que, en la confusión de una retirada bajo fuego, su pelotón los abandonó. Mataron a los tres.

Días más tarde, se determinó que, tras su muerte, el cadáver de Danish fue cosido a balazos y arrollado por un vehículo. Voceros de los Talibán aseguran que esto ocurrió durante el combate, que no desecraron su cuerpo. Pero sólo tardaron media hora en tomarle fotos y subirlas a Twitter para presumir su victoria.

La agencia Reuters, para la que trabajaba Danish, acaba de publicar un análisis de los hechos para discutir si tiene responsabilidad en este desenlace trágico, si sus editores autorizaron movimientos demasiado peligrosos, si debieron haber impedido que Danish se empotrara con esa unidad del ejército afgano o si debieron retirarlo después de que, tres días antes, el Humvee militar en el que viajaba Danish fuera impactado directamente por una granada RPG (quienes visitan mis redes recordarán que publiqué las fotos y el video de ese momento, captados por el periodista).

Pero Danish había insistido en que las cosas estaban bajo control y que se retiraría si se ponían mal.

No lo hizo a tiempo.

 

***

El texto de Reuters permite a periodistas y estudiantes de periodismo aproximarse a los detalles de una cobertura periodística de guerra en serio.

Sobre todo, alumbra debates de importancia que trato en la introducción de mi libro No se mata la verdad, el de la responsabilidad de los medios en estas coberturas y el de la responsabilidad de los periodistas, debates en los que estos hechos inciden y que respeto que Reuters haya decidido abordarlos por iniciativa propia.

Personalmente, no me parece que los editores de Reuters se hayan equivocado al permitir que Danish se empotrara con las fuerzas especiales afganas. Sí parece inapropiado que las decisiones fueran tomadas desde sus oficinas en Estados Unidos y no en la zona. Más allá de eso, Danish les dijo a colegas y amigos que las cosas estaban bajo control, que se marcharía si se ponían mal.

Ahí es donde entra nuestra responsabilidad: ¿estamos juzgando bien los riesgos que corremos? ¿No empezamos de pronto a creernos inmortales? La oportunidad de ser testigos directos de La Historia mientras está en desarrollo, de ser los que la contamos, ¿no afecta nuestra capacidad de valorar la situación imparcialmente?

 

Creo que cualquiera de nosotros está expuesto a cometer errores. No sé qué hubiera hecho yo en su lugar, la verdad. En Irán estuve a un pelo de caer preso, en Siria fui secuestrado, y en ambas ocasiones tomé los hechos como advertencias y escapé de ahí. Lo cual podría usar como señal de mi buen juicio. Pero otros observarán que debí haberme marchado antes de aproximarme al punto de no retorno. Es cuestión de quién lo mire y desde qué ángulo.

Por otro lado, los editores deben confiar en lo que les dice su reportero, para eso lo tienen ahí. Danish creía disponer de un margen razonable de seguridad. A menos, claro, que desde su oficina dispongan de otra información que no se puede tener en el terreno, pero no parece ser el caso. Las condiciones ya conocidas fueron las que propiciaron el desenlace, no sobrevino algo extraordinario. El nivel de peligro no aumentó.

Era un empotramiento normal de alto riesgo, que no llamaría la atención si las cosas hubieran terminado bien, pero, como es normal que ocurra en los empotramientos de alto riesgo, el de que cualquier elemento imprevisto cambie totalmente la situación es, pues, un riesgo alto. Es indispensable esperar alteraciones dramáticas a los planes para poder superarlas.

Y eso es precisamente lo que vas esperando: la oportunidad de documentar lo inesperado.

***

La triste muerte de Danish no podía ser descartada, no hay previsión que pueda garantizar que entrarás y saldrás vivo de ahí. Mientras los periodistas sigamos yendo a cubrir guerras, tendremos compañeros caídos. Sebastian Junger, con quien compartí lecciones y cervezas en el mítico Frontline Club de Londres, dice que “La verdad definitiva de la guerra no es que podrías morir. La verdad definitiva de la guerra es que tienes la garantía de que perderás a tus hermanos”.

Aquí es donde quiero marcar la diferencia con lo que ocurre en México: sus hermanos, nuestros hermanos, de los que Sebastian habla, son los que te dan la profesión y el frente de batalla, periodistas que vienen de la tranquilidad de casa y van al caos sangriento de la guerra.

Asumimos la muerte de un reportero de combate como un riesgo conocido y -mal o bien- aceptado de la cobertura de una guerra como corresponsal extranjero.

Sin embargo, es muy distinto para los periodistas locales en un país que dice valorar su democracia y su libertad de expresión y que cuenta con instituciones funcionando.

En México, no te matan porque corras al frente de batalla a fotografiar bombazos. Te disparan frente a tu casa, cuando esperas en el coche a tu hija para llevarla a la escuela, como a Miroslava y el Choco, o rumbo al trabajo, como a Javier, o te secuestran cuando duermes en tu propia habitación, como a Moisés.

No por cubrir un conflicto ajeno, lejano, sino los de tu propio entorno, tu ciudad, tu comunidad.

Tenemos una sociedad que ha normalizado la violencia contra los periodistas, medios que no se hacen responsables ni siquiera de pagarles bien a sus reporteros, ya no digamos de proveerlos con recursos de protección, y gobiernos que, sin importar su color, no actúan para garantizar que la sociedad reciba la información que necesita sin que los que investigan y se la entregan paguen su servicio con la vida.

placeholder

Contenido relacionado

placeholder