Julio Cortázar, el hombre que revolucionó el cuento latinoamericano

Los escritores Ignacio Padilla y Édgar Omar Avilés, nos dicen qué mantiene vigente al narrador argentino a cien años de su nacimiento.

agosto 25, 2014 10:04 pm Published by

El 26 de agosto de 1914 nació en Bruselas, Julio Cortázar. Al poco tiempo, su padre,
funcionario de la embajada de Argentina en el país europeo, regresó a su país, donde creció el joven. Profesor normalista, en 1946 publicó su cuento Casa tomada en la revista Los anales de Buenos Aires, que entonces dirigía Jorge Luis Borges. A partir de entonces inició una carrera literaria que lo llevaría ser considerado uno de los mayores exponentes del cuento en español.
“Para mi generación, es sobre todo ‘el cuarto mosquetero’, el gran miembro de ese cuarteto central latinoamericano que constituyeron Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Vargas Llosa y el propio Cortázar. Fue un narrador de senectud”, explica en entrevista, el cuentista mexicano Ignacio Padilla.
Amante del box, la poesía y jazz, cultivó una literatura deudora de la autores como Edgar Allan Poe. Pese a ser más cercano a Borges en términos de edad que a los autores del boom, Cortázar siempre sintió más empatía el movimiento. “La suya era una literatura festiva, innovadora, arriesgada, aventurada. Representa la culminación del gran cuento latinoamericano moderno comenzado por Macedonio Fernández, y siguiendo por Borges, Arreola, Monterroso y Rulfo”.
El tiempo ha puesto la obra del argentina en su lugar, y el joven narrador michoacano Édgar Omar Avilés, no duda en destacar su labor cuentística: “Cortázar me habla de la trascendencia del cuento. No es cierto eso de que la novela es lo que realmente trasciende del acto creativo y literario. Es una mentira que intenta universalizarse desde hace décadas. Por si fuera poco, Cortázar escribe cuento fantástico, no necesariamente realista. Incluso hay sospechas de que Rayuela no es novela, sino un conjunto de cuentos”.
En 1963, cuando boom latinoamericano tomaba fuerza, Cortázar publicó Rayuela. La novela fue considerada uno de los mayores experimentos de la época, aunque con el paso del tiempo se ha debatido su vigencia. Al respecto opina Padilla: “No puedo por ello dejar de ver a Rayuela como un experimento, una apuesta importante a la modernidad literaria y, como toda apuesta a la modernidad, envejece muy pronto. Yo que reviso con cierta regularidad la obra de Cortázar, siento que está demasiado afincada en la década de los sesenta. Me parece que en contraste con sus relatos creo que sí es una obra que ha envejecido”.
Avilés opina en el mismo sentido, y se decanta el relato breve: “Coincido con quien dice que lo que mejor sobrevive son sus cuentos. Rayuela esta avejentada. Recordemos a también Borges. Ambos son prueba de que el canon latinoamericano nos indica que el cuento y el cuento fantástico es una columna”.
¿Por dónde empezar a leerlo? Ignacio Padilla, sugiere incitar por Instrucciones para subir una escalera, “es sumamente divertido y atractivo para cualquier lector joven”. No muy lejos coloca Continuidad de los parques, “es una maravilla, una puesta en el abismo perfectamente engrasada y accesible”.
Por su parte, Édgar Omar Avilés invita a empezar por Historias de cronopios y de famas, “es un ejercicio sumamente juguetón y feliz, donde no le pide permiso a nadie, es básico para un que un joven que se siente incomprendido conecte y encuentre rebeldía”.

 

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