‘El humor es una manera de reaccionar al duelo’: Juana Adcock

La autora de ‘Manca’ asegura que la poesía es una forma de cambiar las cosas.

abril 23, 2019 10:07 am Published by

Entre 2009 y 2013, Nuevo León estuvo azotado por el narcotráfico. Desde entonces, la regiomontana Juana Adcock (1982), ya radicaba en Escocia. A la distancia, la escritora intentó comprender un poco de lo que sucedía en su estado y no encontró mejor forma de hacerlo que por medio de la poesía.

Así fue como nació Manca, un poemario que recién recupera editorial Argonáutica y que desgraciadamente no ha perdido vigencia.

¿Cómo fue tu recuento con los poemas de Manca?

Fue un proceso laborioso. Tuve que hacer memoria y acordarme del proceso de cada poema, a fin de despejar cualquier duda a Robin Myers, la traductora. Me preocupaba, además que ya no me fueran a gustar.

Lo triste es que no pierden vigencia.

Claro, uno quisiera que el libro fuera cosa del pasado y que no aplicara en el México actual, pero no es así. Escribí los poemas entre 2009 y 2013, y podría haberlos escrito ayer.

Algunas de tus imágenes son duras, pero rayan también en el humor negro…

Sí, me interesaba encontrar los contrastes para acercarme a eventos que para mí eran incomprensibles. Escribí los poemas desde el extranjero. Mi contacto con la realidad mexicana era por medio de la computadora o desde los chats con amigos. Mi puerta de entrada para comprender un poco fue el humor negro y el contraste entre la maldad y la inocencia. El humor es una manera de reaccionar al duelo.

¿Cómo nace la imagen de la niña cortándose la mano?

La verdad, no recuerdo de donde salió eso. Me gusta el body art, aquellos artistas que experimentan en su propio cuerpo para intentar encontrar una comprensión política del mundo.

Por eso hay poemas donde el cuerpo luce como manifestación política…

Claro, y es algo seguimos durante la guerra contra el narcotráfico. Los cuerpos decapitados se usan para demostrar poder y dominio.

¿Hasta qué punto se puede usar el humor negro para hablar de una realidad tan macabra como la que vivimos?

Es un territorio escabroso y difícil. No sé si en algún momento mi trabajo pudiera resultar ofensivo. Todo el tiempo me hago esa pregunta, por eso escribo lento. Hay muchas teorías sobre lo permitido, pero uno de los cometidos del arte es romper tabúes y explorar las fronteras.

¿Cuál es tu frontera?

La conciencia de que no soy testigo de los hechos. No puedo contar las historias como si yo las hubiera vivido. Por eso busqué una estrategia más coral e imaginé una voz colectiva. Por eso uso mucho el “nosotros”.

Aunque también se puede leer crítica velada a la corrección política.

Sí, es necesario intentar cambiar el lenguaje que utilizamos. El lenguaje refleja estructuras de poder y si queremos cambiar las estructuras tenemos que empezar por la palabra. Y la poesía precisamente propone un nuevo lenguaje. La corrección política es un problema cuando se vuelve restrictiva.

En estos términos ya incorporamos palabras como: narcomantas, descabezados o cocinas. La jerga policiaca llegó al habla popular.

Esto refleja que nos hemos desensibilizado. Por eso hay que escarbar y buscar nuevas formas de expresión. Necesitamos hacerlo por mera sobrevivencia.

¿Qué posibilidades encuentras en la poesía?

Permite imaginar otro lenguaje y otras posibilidades. La poesía es una manera de transformar las cosas. El libro no va a cambiar nada pero aunque sea en un nivel ínfimo, proponer una manera diferente de ver las cosas.

¿Qué piensas de la forma en que se aborda el narco dentro de la literatura? ¿Cuándo sí y cuando no, se hace apología?

Para mí todo tiene que ver con la intencionalidad. Hay quienes buscan vender más libros, pero también hay quienes intentan entender el proceso que estamos viviendo. Cuando nos quedamos en los aspectos exóticos de la cultura del narco nos quedamos en la superficie.

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