“No me parece sano que los medios manifiesten de manera abierta su postura política”: Vanessa Freije

La investigadora estadounidense habla a propósito de su libro ‘De escándalo en escándalo. Cómo las revelaciones periodísticas construyeron la opinión pública en México’.

mayo 22, 2024 7:57 am Published by

Por Héctor González

A lo largo del último tercio del siglo XX, al menos en México predominó la idea de una prensa vendida y acomodaticia ante el poder. Salvo excepciones, como la revista Proceso o el diario Unomásuno, lo cierto es que existe la percepción de eran pocos los medios que hacían periodismo de investigación. ¿Qué tan cierto es esto?, se preguntó la historiadora estadounidense Vanessa Freije.

Tras pasar varios años en los archivos y hemerotecas, la académica de la Universidad de Washington estudió algunos de los escándalos políticos más emblemáticos de finales del siglo XX y su impacto tanto en el imaginario colectivo como en el gobierno, todo ello viene expuesto en De escándalo en escándalo. Cómo las revelaciones periodísticas construyeron la opinión pública en México (Siglo XXI).

¿De dónde viene tu interés por los medios mexicanos?

Durante la licenciatura, al estudiar historia mexicana y literatura en español, me llamó la atención que algunos escritores fueran articulistas políticos, incluso alguno como Mario Vargas Llosa buscó la presidencia de su país. Me pareció interesante la fluidez en los géneros y decidí centrarme en el caso mexicano. Al investigar encontré con un prejuicio en el sentido de que la prensa de los años sesenta y setenta del siglo XX era sumisa ante el poder.

¿Y lo era?

Sí existía una relación, pero al mismo tiempo hubo escándalos que contradicen esta idea.

Una de las tesis que manejas en el libro, es que el periodismo de denuncia en México comenzó en los estados.

Cada estado es distinto, pero en general ahí había menos control por parte del gobierno, también porque le dedicaban menos dinero. A las autoridades les interesaba mantener más vigilada a la Ciudad de México, por eso le dedicaban más recursos y tiempo de espionaje.

¿En tu línea de investigación cómo ubicas a un periodista como Manuel Buendía?

Es un personaje muy particular y emblemático en la prensa mexicana. Comenzó como muchos periodistas, en la nota roja y después se volvió un columnista muy leído. Publicó en el periódico El Día y en los setenta asumió un puesto en una oficina de comunicación de gobierno, algo también muy común en la época. Más adelante se volvió crítico, pero sin dejar de estar cerca de la Secretaría de Gobernación y de la Dirección Federal de Seguridad, una institución muy violenta y peligrosa. Buendía era capaz de denunciar malos manejos por parte del poder, fue muy famoso por sus revelaciones sobre la CIA, pero al mismo tiempo cuidó sus fuentes en la DFS, incluso cargaba su gafete, es decir, era un periodista que caminó en la cuerda floja.

¿Ese tipo de periodismo se dio más en los columnistas que en el reporteo diario?

Sí, a final de cuentas los columnistas siempre han sido más cercanos a los políticos en parte para conseguir material para sus artículos.

En varios de los escándalos que reseñas en el libro hay desde luego periodismo de investigación, pero también hay filtraciones que muchas veces van ligadas a una consigna política o ideológica.

Más que ideología hablaría de intereses personales. Muchas veces una filtración llega porque un político quiere dañar a un adversario. Si algo muestran los escándalos es que una vez aireada la filtración, incluso quien la hace pierde control sobre el rumbo que tomará. En esa época, cuando no había tanto periodismo de investigación, gracias a las filtraciones se pudo profundizar en algunos eventos o hechos de corrupción.

¿Cuál fue el caso que más sorprendió en este sentido?

El de Antonio “El Negro” Durazo, quien fuera Jefe del Departamento de Policía y Tránsito en la Ciudad de México. A mi juicio la parte más escandalosa es cuando Buendía revela que Durazo mandó matar a unos asaltantes de bancos para quedarse con el botín. No obstante, lo que en México hace más ruido son sus mansiones, el Partenón en Zihuatanejo o el palacio en el Ajusco. La corrupción y la mal versación de fondos son los hilos conductores de los escándalos de la época.

Antes el gobierno podía ejercer presión en los medios por medio de la publicidad o el papel, en el caso de los impresos. ¿Hoy en que momento estamos en términos de la relación gobierno-medios?

La situación actual es muy distinta. No todas las noticias que descubren un mal manejo se vuelven escándalo, sucede algo similar con la información sobre la violencia contra las mujeres. Salen a la luz muchos casos, pero los menos se convierten en una chispa para protestas. En nuestra época la gente vive saturada de información y además enfrenta el reto de descubrir cuál situación es verídica. Ante las fake news apenas nos estamos reeducando y todavía toma mucho tiempo descubrir una mentira, la tecnología avanza más rápido que la educación.

Eso por parte de las audiencias, pero qué sucede con el periodismo, abundan los trascendidos, los testimonios con testigos protegidos, fuentes anónimas,  etc. ¿Qué piensas de esto?

El periodismo de investigación requiere de todas las fuentes. Si un alumno me presenta un reportaje con una sola fuente no lo acepto, el periodista necesita contraponer perspectivas y averiguar qué tan confiables son las fuentes. Por supuesto en casos como el mexicano hay una tensión con la violencia e inseguridad, ante una nota muy sensible a veces es necesario guardar el anonimato para resguardar la seguridad de la fuente, sin embargo, no sé si se ha abusado de ese recurso con tal de llamar la atención.

¿Desde las redes sociales o incluso desde el poder, se interpela más a los medios ahora?

Desde una perspectiva histórica la sospecha es permanente. Se tiene una idea un tanto inocente, de que hubo un momento en que la gente respetaba a la prensa, una especie de años dorados, pero lo cierto es que la mayor parte del tiempo ha sucedido lo contrario. Por lo que he visto tanto en México como en Estados Unidos, la solución en muchos casos está en la cercanía de la gente respecto a quien escribe una nota, cosa casi imposible hoy en día por la forma en que se hace reportea y se consume la noticia.

¿Hacia dónde se está replanteando el periodismo tanto a nivel informativo como en esquema de negocio?

Continuamente se habla de la muerte del periodismo, pero creo que ha sido positiva la diversificación de los medios en línea como contrapoder a los grandes como The New York Times, quienes por ejemplo no desmienten al gobierno Israel respecto a Gaza. Es verdad, que este periódico ha hecho grandes trabajos de investigación, pero también necesitamos pensar en los intereses a que responde. Creo que en Estados Unidos lo más peligroso es la desaparición del periodismo local, en los estados los medios no pueden costear los periódicos ni los sueldos de sus reporteros. A largo plazo esto daña la vida política porque no todo lo importante sucede en Washington D. C. o en la Ciudad de México. Hay muchos asuntos por resolver, pero hay que hacerlo porque es importante.

¿Qué tan sano es que los medios manifiesten de manera abierta su postura política?

Es buena pregunta, no creo que sea sano. En Estados Unidos, durante los años noventa cambiaron un reglamento y desde entonces la radio y la televisión dejaron de estar obligados a equilibrar sus opiniones. Gracias a esto algunos medios se pudieron asumir abiertamente como conservadores, en consecuencia, la gente se ha atrincherado en su forma de pensar y no tiene la capacidad de confrontar la información, esto desde luego da pie a que proliferen las fake news.

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