De lo micro a lo macro: cómo se unen reservas y centros para salvar la vida silvestre | MHNCA
En un esfuerzo conjunto por preservar la biodiversidad, las reservas naturales y los Centros de Conservación de la Vida Silvestre desempeñan roles complementarios en la conservación de especies.

Por Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental*
En un mundo donde la biodiversidad enfrenta amenazas sin precedentes, la conservación de especies se ha convertido en una prioridad global. Dos pilares fundamentales en este esfuerzo son las reservas naturales y los Centros de Conservación de la Vida Silvestre, este innovador concepto transforma a los antiguos zoológicos en importantes instituciones de investigación de la fauna silvestre con diversos proyectos de reproducción y reintroducción a su hábitat, principalmente dentro de áreas naturales protegidas. Es por ello que aunque las reservas naturales y los Centros de Conservación de la Vida Silvestre operan en contextos diferentes, se complementan en la misión de conservar de forma integral la riqueza biológica del mundo, sumando esfuerzos conjuntos a partir de sus diferentes enfoques, para garantizar la supervivencia de miles de especies que enfrentan riesgos crecientes.
Las reservas naturales son áreas protegidas designadas para la preservación de ecosistemas completos, permitiendo que la flora y fauna se desarrollen en su entorno natural. Estos espacios son esenciales para mantener procesos ecológicos, proteger especies endémicas y ofrecer refugio ante la presión humana. Actúan como pulmones verdes y corredores biológicos, fundamentales para el equilibrio ecológico y la conectividad entre poblaciones silvestres.

Cortesía: Centros de conservación de la vida silvestre Chapultepec, San Juan de Aragón y los Coyotes
Sin embargo, las reservas no son inmunes a las amenazas. El crecimiento urbano, la deforestación, la contaminación, el cambio climático y el tráfico de especies de fauna y flora, pueden alterar gravemente estos hábitats. Además, algunas especies requieren intervenciones más directas para su supervivencia, especialmente cuando sus poblaciones son extremadamente reducidas, están genéticamente empobrecidas o enfrentan enfermedades específicas que no se pueden controlar fácilmente en ambientes abiertos.
Aquí es donde los Centros de Conservación de la Vida Silvestre entran en escena, ya que son verdaderos núcleos de conservación fuera de un hábitat natural o ex situ. Funcionan como reservorios genéticos, permitiendo la reproducción bajo cuidado profesional de especies en diferentes categorías de amenaza y su posterior reintroducción en la naturaleza.
Un ejemplo destacado son los programas de los Centros de Conservación de la Vida Silvestre de la Ciudad de México: Chapultepec, Coyotes y Aragón. Desde 1978 a la fecha, estos Centros han aportado al Programa de Conservación Binacional de Lobo Mexicano (Canis lupus baileyi), 194 crías, convirtiéndose en un pilar para este programa de conservación y recuperación de esta especie icónica. Por su parte, en el Centro de Conservación de la Vida Silvestre de Chapultepec colabora desde el 2007 activamente en el Programa de Recuperación del Cóndor de California, apoyando su reintroducción en la Sierra de San Pedro Mártir. A la fecha se han aportado 11 crías que han sido trasladadas a la reserva y dos más que serán trasladadas en este 2025.

Cortesía: Centros de conservación de la vida silvestre Chapultepec, San Juan de Aragón y los Coyotes
La educación para la conservación es otro pilar fundamental presente en los Centros de Conservación de la Vida Silvestre, a través de programas educativos, talleres, visitas guiadas y campañas de concientización, sensibilizan a sus visitantes sobre la importancia de la biodiversidad y las amenazas que enfrenta. Esta concienciación es vital para fomentar una cultura de respeto, protección y compromiso hacia la naturaleza.
La colaboración entre reservas naturales y de Centros Conservación de la Vida Silvestre es esencial para una estrategia de conservación integral. Mientras las reservas ofrecen un hábitat natural para las especies, los Centros pueden intervenir cuando estas enfrentan riesgos inminentes. Esta sinergia permite unir la conservación in situ y ex situ en un modelo complementario y eficaz.
Un ejemplo clave de esta colaboración se dio en 2017, cuando la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) en alianza con asociaciones firmaron un convenio para proteger más de 25 especies en riesgo. Este tipo de alianzas permite que los Centros de Conservación de la Vida Silvestre sirvan como espacios de reproducción y rehabilitación, mientras que las Áreas Naturales Protegidas, ofrecen hábitats naturales para la reintroducción de especies, cerrando así el ciclo de conservación.
No es posible ya pensar en conservar especies de fauna silvestre, sin un enfoque multifacético. La sinergia entre lo macro y lo micro en la bioconservación es fundamental para enfrentar los desafíos actuales y garantizar un futuro.

Cortesía: Centros de conservación de la vida silvestre Chapultepec, San Juan de Aragón y los Coyotes
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* El Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental (MHNCA) es una institución cultural pública de divulgación científica sin fines de lucro. Es un espacio de encuentro y aprendizaje para visitantes de todas las edades, cuyo propósito es estimular, documentar y dialogar entorno a todas las actividades que promuevan el conocimiento acerca de las Ciencias Naturales (el universo, la Tierra y la vida) y el fomento a una cultura ambiental a través de un museo vivo que inspire el aprendizaje de la historia natural para toda la vida.

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