‘Una verdadera reforma atraviesa por garantizar la seguridad de los migrantes’: Johnny Shaw
El escritor estadounidense publica ‘Indocumentadas’, novela sobre el infierno que enfrentan las migrantes que persiguen el Sueño Americano.

Por Héctor González
Johnny Shaw nació y creció en Calexico. A lo largo de su vida ha visto el flujo de personas que atraviesan la frontera entre México y Estados Unidos. “Mi padre me llevaba a darles agua y comida”, recuerda.
Para el escritor norteamericano, en paralelo al tránsito de personas, la frontera es un sitio de intercambio cultural. Producto de ese diálogo son la mayoría de sus seis libros y en particular Indocumentadas (Motus/Trini Vergara), una novela que cuenta el drama de tres mujeres que en la búsqueda de conseguir un futuro mejor han perdido casi todo.
En torno a la migración y el narcotráfico hay mucha literatura y películas. ¿Qué sentías que faltaba decir?
En la cultura estadounidense, la descripción de México está dominada por historias de narcotráfico. Si esa es la lente por la que el pueblo estadounidense ve un lugar corremos el riesgo de tener una visión sesgada de lo que podría ser la representación más diversa del lugar y la gente. Cuando comencé a escribir sobre la frontera mexicana hace una década, me propuse evitar centrarme en las drogas, más allá de la realidad del narcotráfico como telón de fondo de la vida cotidiana en la frontera. Me interesan las personas normales, los desamparados que buscan más de lo que tienen. Hay una tendencia en las novelas estadounidenses a despojar a los migrantes de historia. Una forma comercial de haber escrito Indocumentadas habría sido el retrato de un policía, abogado o detective que ayuda al personaje de Luz a encontrar a su hijo desaparecido. Sin embargo, con mi libro yo quería contar algo más.
¿Crees que Indocumentadas es un libro donde la realidad supera a la ficción?
La afirmación: “La verdad es más extraña que la ficción” suele ser sobre esos momentos en que los que la realidad se siente como una mala escritura: coincidencias convenientes, sucesos aleatorios o simplemente eventos extraños. Pero, en general, la verdad y la ficción son igualmente extrañas. Después de todo, la ficción tiene el potencial ilimitado de la imaginación humana. Escritores como Gabino Iglesias o Yuri Herrera demuestran que la ficción puede ser mucho más extraña que la realidad. De hecho, la ficción naturalista tiene que ser lo suficientemente extraña como para sentirse real, pero no tan extraña como para sentirse fabricada.
¿Por qué contar la historia desde el punto de vista de tres mujeres? ¿Predomina la perspectiva masculina en este tipo de historias?
Curiosamente, en el primer borrador, el personaje principal era un hombre, pero no funcionó tan bien. En su centro, la novela es la historia de una madre cuyo hijo desaparece. Decidí entonces escribirlo desde una perspectiva masculina, porque soy un hombre y con eso me sentía cómodo. Tan pronto como me di cuenta de que la historia era más fuerte desde el punto de vista de Luz, se la di a Luz y eventualmente amplié esa historia para incluir a los personajes de Nadia y Ostelinda. Escribir un buen libro no se trata de comodidad. No tengo ningún interés en repetirme o hacer lo que sé hacer, ahí está el desafío.
¿Qué sensibilidad te dio nacer en Calexico para contar esta historia?
Es difícil vivir en la frontera entre Estados Unidos y México y no sentir empatía por la experiencia de los indocumentados. Desde muy temprana edad, recuerdo que mi padre les llevaba comida y agua. Nunca los vi como criminales, incluso si sabía que estaban infringiendo la ley. La frontera Calexico / Mexicali de mi juventud no se parece en nada a lo que es hoy. Después del TLCAN y el 11 de septiembre, muchas cosas cambiaron. Se convirtió en una línea más dura. Seguridad Nacional se instaló y actúa como si detuvieran terroristas. Aún así y pese a la frontera el intercambio cultural persiste. Vivir y nacer una frontera te da una de las mejores “investigaciones” accidentales. El idioma, la cultura, la comida, la música son parte de lo que yo llamaría “cultura fronteriza”, y esa es mi cultura.
La novela plantea lo engañoso que puede ser el sueño americano para los migrantes.
Si. Los personajes se enfrentan rápidamente a la realidad de vivir en Los Ángeles como inmigrantes indocumentados. Las expectativas que tenían antes de llegar se desvanecen porque viven en las sombras en un país que no las quiere. El Sueño Americano es una mentira atroz contada no solo a los migrantes, sino también al pueblo estadounidense. Impulsa gran parte de la división en los Estados Unidos y es una de las principales razones por las que tantos estadounidenses están enojados y temerosos de los inmigrantes. La mayor parte del tiempo estoy orgulloso de mi país. Hay oportunidades que nunca hubiera tenido de ser de otro lugar, pero eso no hace realidad el Sueño Americano. En Estados Unidos te dicen que puedes lograr cualquier cosa si trabajas duro. Pero, ¿qué pasa si eso no funciona? Con frecuencia, buscan a alguien a quien culpar. Las razones para venir a Estados Unidos son tan variadas como las personas. Muchos refugiados solo buscan un lugar seguro para trabajar y formar una familia.
¿Qué desafíos supuso para ti construir personajes femeninos tan fuertes?
Lo que más me interesa es crear personajes reales para el lector. Esta es mi séptima novela, pero Indocumentadas es la primera escrita enteramente desde el punto de vista de las mujeres. Cuando tenía las primeras 50 páginas se las envié a algunas escritoras que son amigas cercanas. Solo les hice una pregunta: ¿Crees en estas mujeres? Su reacción me dio la confianza para seguir adelante.
¿La solución al problema del narcotráfico y la inseguridad de los migrantes es compartida entre México y Estados Unidos? ¿Cómo ha afectado el crimen organizado al aumento de la violencia?
Hay que compartirlo, pero yo pondría más responsabilidad en Estados Unidos. Más allá de la continua alta demanda de drogas en mi país, la política exterior estadounidense hacia América Central ha contribuido a los problemas actuales. Si en lugar de perder de tiempo y dinero con la llamada “Guerra contra las drogas”, se hubiera destinado los recursos a soluciones reales no habría sufrido tanta gente. Soy escritor, no político, pero creo que la política migratoria ha fracasado porque carece de compasión. A lo mejor soy iluso pero podríamos empezar por llamarlos refugiados y no migrantes. Creo que ese es un término más correcto.
¿Crees que Joe Biden está interesado en encontrar una solución al problema de la inmigración?
Si bien Joe Biden hará menos daño que Donald Trump, la reforma migratoria en los Estados Unidos siempre se ha centrado en la retórica, no en el cambio real. No soy optimista. Se mantienen los mismos enfoques débiles, ineficaces y dañinos. No importa qué partido político esté en el poder. Una verdadera reforma atraviesa por garantizar la seguridad de los migrantes. Su explotación es un crimen continuo. A lo largo de la historia, los inmigrantes han sido sacos de boxeo para los políticos.
Durante años México ha operado como filtro para evitar que los migrantes lleguen a la frontera norte.
Si México tiene alguna responsabilidad con los migrantes que transitan por el país, no creo que sea para evitar que lleguen a la frontera norte, sino protegerlos durante su viaje. Darles agua, comida y seguridad. Estados Unidos es uno de los países más ricos del mundo y la riqueza debe ir acompañada de la generosidad.
¿Qué opinas de las caravanas migratorias centroamericanas? ¿Cree que, como ha propuesto el gobierno mexicano, se pueden tomar medidas que involucren a Estados Unidos, México y Centroamérica?
No sé qué medidas se han propuesto, pero estoy de acuerdo en que no debería ser decidido unilateralmente por Estados Unidos. La solución comienza en Centroamérica. Las caravanas son el síntoma de un problema mucho mayor. México y Estados Unidos deberían ayudar a los refugiados afectados por esos problemas. Lamentablemente veo a los políticos más preocupados en capitalizar el problema que en resolverlo.

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