La pregunta que ya no puede evadirse, ¿cómo evitará Pemex que el crimen organizado se infiltre? | Articulista invitado
La credibilidad no es un valor declarativo, es un elemento de riesgo financiero, escribe el CEO de Alliance.
Por Ricardo Ortega CEO de Alliance.
El sector energético mexicano llega a 2026 bajo un escrutinio que ya no es solo técnico ni financiero: es de seguridad nacional. Estados Unidos elevó el narcotráfico a categoría de terrorismo y, desde entonces, cualquier proveedor o accionista que aparezca en listas DEA u OFAC se convierte en un riesgo operativo y reputacional para cualquier empresa del sector.
En este entorno, demostrar solvencia, trazabilidad y cumplimiento regulatorio dejó de ser una buena práctica y se convirtió en el único mecanismo real de blindaje institucional. La pregunta ya no es si Pemex debe responder a esta presión, sino cómo va a hacerlo.
La crisis de pagos revela la magnitud del reto. Pemex mantiene 517 mil millones de pesos en facturas aceptadas y, según especialistas, al menos otros 400 mil millones en trabajos ya realizados que no han sido reconocidos por falta de presupuesto. Estamos hablando de más de 900 mil millones de pesos que afectan directamente el capital de trabajo de miles de proveedores. El problema no es solo financiero: una cadena bajo estrés es una cadena vulnerable, especialmente cuando no existen sistemas robustos para verificar el origen, la estructura y la integridad de los actores que participan en ella. En 2025, la SENER inhabilitó a 24 proveedores por incumplimiento, frente a solo nueve en 2022. La tendencia es clara: el Estado está levantando el estándar, pero el riesgo crece más rápido que la capacidad de control.
A esto se suma un factor que muchos prefieren no discutir: la dependencia. Más del 60–70 % de los ingresos de cientos de proveedores proviene exclusivamente de Pemex. En los pequeños, la dependencia es todavía mayor. Este modelo vuelve lento al proveedor, lo incapacita para diversificar y lo coloca en un punto crítico cuando Pemex enfrenta tensiones financieras. Pero también pone en riesgo a Pemex: cuando el único proveedor de un servicio clave se hunde, se hunde la operación completa. El 2026 será el año en que se mida la capacidad de las empresas para demostrar solvencia verdadera, operación verificable y capacidad de sobrevivir sin un solo cliente dominante.
La presión internacional también se ha intensificado. Empresas globales de servicios—Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes—ya operan bajo criterios estrictos de anticorrupción, transparencia, ESG y monitoreo reputacional permanente. Un solo vínculo adverso, aunque sea indirecto, puede significar la cancelación de proyectos o financiamientos. Este estándar ya está en México, pero no todos están preparados para cumplirlo. Los financiamientos con cláusulas de compliance crecieron 45 % entre 2023 y 2025, confirmando que la credibilidad no es un valor declarativo: es un elemento de riesgo financiero.
La oportunidad está en quienes entiendan este punto. Muchos proveedores mexicanos comienzan a explorar sectores como minería, fertilizantes, manufactura, logística o servicios industriales donde la demanda de proveedores confiables supera la oferta. Pero entrar a esos mercados exige mucho más que capacidad técnica: exige demostrar quién eres, cómo operas, cuál es tu estructura financiera, cómo gobiernas tu empresa y qué tan limpio es tu historial. El proveedor del futuro no es el que promete; es el que puede probarlo.
Quince años recorriendo esta industria dejan una convicción clara: las estructuras débiles colapsan en los momentos más críticos. Por eso, desde Alliance decidimos adelantarnos. Operamos con evidencia, no con declaraciones. Trabajamos solo con empresas que pueden demostrar solvencia, trazabilidad total, cumplimiento regulatorio y compromiso social. Nos alineamos con estándares globales porque entendemos que la verdadera competitividad del 2026 no dependerá solo de tecnología o infraestructura, sino de reputación demostrable.
México entra a su etapa más exigente. Y la pregunta que ya no puede evadirse para Pemex, sus proveedores y cualquier actor del sector es una sola: ¿cómo evitarán que se infiltre aquello que puede destruir su credibilidad? La respuesta no está en discursos. Está en la capacidad de demostrar, con datos y procesos, quiénes somos y cómo operamos.
*Ricardo Ortega, es CEO de Alliance, empresa dedicada a la consultoría de la PYMEs que son proveedoras de Pemex. Participa en esta ocasión como Articulista invitado.
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