“La muerte me dio la vida”: Antonio Calera-Grobet (1974-2025)

A lo largo de su trayectoria publicó más de quince libros y creó la Hostería La Bota.

agosto 17, 2025 9:52 pm Published by

Por Héctor González

Antonio Calera-Grobet nació el 2 de noviembre de 1974, “la muerte me dio la vida”, declaró a Aristegui Noticias en septiembre de 2023, el poeta, editor, promotor cultural y restaurantero.

Su muerte en las aguas de Puerto Progreso, Yucatán, sorprendió este fin de semana a quien hizo de la Hostería La Bota un resguardo noble para los asiduos del Centro Histórico y un refugio cultural como pocos.

Creador del sello Mantarraya, trabajó en la promoción de la cultura y en particular de la poesía. Con su camioneta conocida como “La Chula”, conoció prácticamente toda la ciudad. No era extraño verlo regalando libros. “Por la manera en que suelo distribuir mis libros y la forma en la que acostumbro a participar de la plaza pública, me he topado gente de muchas comunidades en la calle, no en bibliotecas, no en presentaciones, no a partir de una nota que se haya publicado sobre mí, sino ahí con el libro en la calle, eso lo vuelve aún más iluminador para mí”, comentó en aquella plática.

A lo largo de su vida publicó más de quince libros, Yendo, Sed jaguar y Xajays, entre ellos, todos de poesía, todos cercanos a sus temas: el amor, la muerte, la comida y los toros. “El poema viene de la realidad, pasa por la mente de un creador, pero regresa a ella y tendrá que ser reconocida por todos como algo que les interesa saber, en ese sentido la poesía se cuenta sola”.

Durante doce años organizó el Festival Poesía por Primavera en el Centro Histórico, cita a la que acudieron los poetas más importantes del país. Era difícil resistir a su invitación, toda vez que Calera era un hombre generoso y preocupado por llevar la buena literatura a la mayor cantidad de gente, aunque para ello tuviera que librar mil y una batallas.

“El escritor no está obligado a tener ninguna participación social, entendemos que será su derecho y también su obligación para conectarse con su gente, escribir bien. En mi caso no puedo disociar el hecho de escribir de una actividad social. Esto no debe afectar la obra, ya no queremos más arte comprometido, panfletario, cargado de ideología, pero no veo por qué no pensar en una literatura de orden social donde el poeta también se va a desmembrar, a brindar a su entorno social, como una responsabilidad cívica”, así pensaba un autor que podrá ser recordado por muchas cosas, pero sobre todo por su generosidad.

 

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