70 años del relato de un náufrago: la genialidad de un pescado muerto

Gabriel García Márquez hizo de la historia de Luis Alejandro Velasco, una pieza que se adelantó al Nuevo Periodismo norteamericano.

marzo 16, 2025 9:14 am Published by

Marco A. Cervantes

En 1955, un joven reportero llamado Gabriel García Márquez trabajaba como redactor en el periódico El Espectador, editado en Bogotá. Una tarde, Luis Alejandro Velasco, único sobreviviente del naufragio de un barco militar, llegó a la redacción para contar su historia. Velasco, en ese momento, contaba con una notable fama por la espectacularidad de su hazaña en el mar. Al escucharlo, los editores se miraron. El ofrecimiento parecía más cerca de un refrito que de una novedad noticiosa. “Un pescado muerto que ya a nadie le interesaba” recordaba años después García Márquez.

Pero antes de que se marchara, le pidieron al reportero de entonces 27 años que conversara con el marinero. En esa primera plática el periodista escuchó a un hombre con extraordinaria memoria que recreaba con mucho detalle su aventura. También en esa conversación el periodista detectó una pista que cambiaba la versión oficial del accidente y, con un olfato narrativo insuperable, no soltó la versión del marinero. Así, García Márquez se dio a la tarea de entrevistar a Velasco durante 20 sesiones y, con la minuciosidad de un relojero, reconstruyó los 10 días del naufragio en 14 capítulos publicados. La historia fue un suceso: el tiraje de El Espectador se agotaba en horas.

Del acontecimiento a la reconstrucción

Algunos años después, esas entregas se reunieron en un volumen titulado: Relato de un náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre (publicado en México por Editorial Diana).

Una de las cualidades de ese relato es que García Márquez logró transformar un acontecimiento en algo aún más emocionante que eso: el relato sobre un naufragio. La obra está escrita en primera persona, anticipándose al denominado Nuevo Periodismo norteamericano que utilizó recursos de la ficción literaria como el uso de la primera persona y la reconstrucción de escenas completas. Del libro salpican aromas, sonidos y sensaciones: desde el sabor de las tripas de una gaviota hasta el terror al mirar una aleta de tiburón; del apacible color del mar hasta el aburrimiento de los interminables días en una balsa. El libro reconstruye la zozobra y el tedio; la soledad, la desdicha y la aventura.

Ante sus otras obras más reconocidas, podría parecer que este testimonio está en desventaja; sin embargo, García Márquez patentó su texto con un sello inconfundible: narrar con maestría. Este es un estupendo ejemplo de cómo los hechos bien contados tienen su secreto en mostrar, y no únicamente en decir. La aventura del Luis Alejandro Velasco cumple 70 años y al parecer no pierde vigencia: lo que parecía un pescado muerto terminó convertido en una pieza maestra de la narrativa en español.

 

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