El mensaje para los jóvenes del filósofo Alain Badiou
Circula en México el libro ‘La verdadera vida. Un mensaje para los jóvenes’.

Las generalizaciones no suelen ser buenas y en ocasiones quien las utiliza se equivoca. Hasta hace poco especialistas y analistas sostenían que a los jóvenes poco les importaba la colectividad y que más bien eran apáticos sociales. No obstante, el sismo de septiembre pasado desmintió a quienes los imaginaban apáticos y ensimismados.
Para hablar de los jóvenes hay que distinguir en función de estrato social, si se habla de los urbanos o los rurales, entre quienes estudian o trabajan. Quizá la única generalización posible tiene que ver con un futuro acotado en posibilidades de desarrollo. Aquí sí, las banderas y origen importan poco.
El filósofo francés Alain Badiou (Rabat, Marruecos, 1937), lo sabe y echa mano del pensamiento socrático para traerlo a nuestros días y buscar corromper, en el mejor de los términos a una juventud sin margen para el optimismo. “El tema de la filosofía, es la verdadera vida. ¿Qué es una vida verdadera? Esta es la única pregunta del filósofo” y por ende la corrupción a la que se refiere apunta en este sentido.
El camino implica desatender los valores de un sistema capitalista que fomenta la búsqueda del dinero y el poder como valores supremos. El galo incita a intentar escapar de caminos ya trazados, “que no se consagren simplemente a obedecer las costumbres de la ciudad, que puedan inventar algo, proponer otra orientación en lo que concierne a la verdadera vida”.
Badiuo alerta sobre el ritmo cardiaco de nuestra era: la búsqueda de una satisfacción inmediata que se contrapuntea con una estabilidad sostenida en el consumo. El camino topa con una gran contradicción: se promueve la búsqueda de la eterna juventud –fitness, cirugías plásticas, ocultadores de canas-, pero en contraste y en términos laborales la falta de experiencia es una lastre. Ni que decir de la cada vez más estrecha vida útil que defiende el sistema.
El filósofo en este sentido, sabe que los ancianos e incluso, quienes rebasan los 55 o 60 años, están condenados a la marginación de sistema, que como a los jóvenes hace a un lado. Sus ideas caen por momentos en un romanticismo casi utópico. Incluso podríamos decir que son poco prácticas, no obstante, conviene retomar su pensamiento para cuestionar y detenernos un momento para pensar que otro mundo es posible siempre que aprendamos a romper con los moldes. Corresponde a cada uno de nosotros intentar ponerlo en práctica.
Alain Badiou. La verdadera vida. Un mensaje a los jóvenes. Malpaso. Trad. Adriana Santoveña. 121 pp.

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