Bajo la tormenta: una familia desplazada por la violencia y el hambre en la Sierra de Huajicori

Personas armadas, presuntos integrantes de grupos criminales, se adueñan de caminos y comunidades en la Sierra de Huajicori, Nayarit; una de las estrategias para vaciar los pueblos es impedir la llegada de alimentos, para obligar a la población a marcharse.

octubre 15, 2024 2:22 pm Published by

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Por Karina Cancino 

“Al menos en San Andrés teníamos un lugar digno donde dormir”, dice Esperanza, mientras ve acostados a sus hijos en el suelo “ensopadito”, mojado, apenas cubiertos por un plástico negro amarrado a cuatro estacas de árboles que cortaron horas antes. La lluvia y el viento de la noche del 28 de septiembre en Tepic hicieron insuficiente esa protección.

La mujer, originaria de la comunidad o’dam de San Andrés, municipio de Huajicori,  tuvo que abandonar su hogar junto a cinco personas su familia, entre ellas una persona de 74 años, y sus vecinos, debido a la violencia y el hambre que han afectado a esa parte de la Sierra nayarita desde hace varios meses.

Su casa era pequeña, pero de material y fue construida en medio de paisajes arbolados, montañosos, donde el humo a leña de algunas casas avisa la hora del día.

El sábado, antes de las 6 de la mañana, las bolsas con ropa, documentos y algunas cosas de primera necesidad estaban listas para subirlas a la camioneta de transporte colectivo, que pasaría por distintos puntos del municipio de Acaponeta y Huajicori.

Esperanza y sus familiares, llegaron a Acaponeta, se subieron a un camión rumbo a Tepic, para llegar a un terreno que compraron tiempo atrás, pero sin construcción alguna.

Imagen: Google Maps

Un día, hombres armados llegaron a la comunidad y les tomaron fotografías a todas las personas. Una por una. A las credenciales de elector, las casas, los carros, las placas de circulación. Todo. Por eso, Esperanza dijo que no viajaron en “su camionetita”, decidieron dejarla y pagar el viaje para que no fueran a rastrearles y perseguirles.

‘Si San Andrés no se quiere morir de hambre, salgan’

“Ya se escuchaba que se iba a poner más difícil la situación y en la corrida no nos dejaron pasar comida, ni lo básico. Allá no había ni un kilo de azúcar, un kilo de harina, no había nada de comida, un jitomate no se encontraba y dijimos ¿qué vamos a estar haciendo aquí?”.

Esperanza dijo que desde hace un año y “pasadito”, personas armadas comenzaron a llegar a la sierra, pero se quedaban en los caminos, entre los árboles “no se habían metido con la gente. Ellos hacían sus cosas, uno no sabe qué, uno nada más los evitaba. Pero ahora, yo digo que eso de que no dejar pasar comida, ya se trata de la sociedad, de niños, incluso, abuelitos, viejitos”.

Conforme pasaban los días, cuenta Esperanza, los víveres disminuían en las tiendas, y bajar a otras comunidades a surtirse era difícil, ya que las personas armadas bloqueaban los caminos para llevarse los productos. “Las tiendas quedaron completamente vacías, además del riesgo de vender”, dijo.

En esa comunidad rural parte de la Sierra Occidental, según el censo 2020 del INEGI, hay 533 habitantes, la mayoría del pueblo o’dam que se sostiene de animales de pastoreo, de la siembra de calabazas, frijol, maíz y otros cultivos favorecidos por el entorno entre montañas y peñascos. Pero no hay fuentes de empleo, más que el comercio.

Foto: Efraín Rangel

Hasta el momento se desconoce si las vacas, los perros, las gallinas siguen vivas o se las apropiaron los delincuentes, porque “algunos animales se quedaron sueltos y otros están en el cerro, pero la gente no puede ir a verlos porque no puede salir al campo por esta gente”.

Esperanza recordó que un hombre armado, con la cara cubierta, llegó un día y les dijo: “Si San Andrés no se quiere morir de hambre, salgan”. Ella no supo a qué grupo criminal pertenece, ni le importa porque saberlo la pondría en riesgo y no cambiaría nada.

En la sierra de Huajicori, los presuntos criminales, a través de videomensajes, adjudican estos desplazamientos al Cártel Jalisco y al de Sinaloa —a pesar de sus conflictos internos— debido a la disputa por el control del territorio para el trasiego de drogas.

En las redes sociales estos grupos criminales se envían mensajes y dan cuenta de las bajas que tienen ambos bandos. Cada vez, con ejecuciones más violentas para denigrar e intentar disminuir a sus enemigos; también refieren reclutamiento que hacen de jóvenes, para que trabajen de manera forzada entre ellos.

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La entrevistada dijo que en San Andrés, “en el puro pueblo”, han desaparecido cuando menos cincuenta personas. “Hay gente que ha desaparecido de la comunidad, pero nosotros no sabemos en qué términos, porque cada familia sabe lo que hay dentro y ahí no nos metemos. Lo más lo que vemos es que sí, sí ha disminuido la población”.

Mencionó que hasta su pueblo había llegado información de que están vacías otras comunidades por la misma situación. Llano Grande, Riíto, Aserradero, Tatepozco, Mesa de los Ricos, Colomo, El Llano, Mineral de Cucharas, Acatita, La Quebrada, Las Sillas y Santa María de Picachos.

Llegan oficiales, pero la ayuda no llega

Las autoridades han informado que desde julio pasado, en la sierra de Huajicori, se llevan a cabo operativos de seguridad entre la Guardia Nacional, militares y otros oficiales estatales, para garantizar la seguridad. A pesar de ello, las personas siguen siendo desplazadas.

Esperanza afirmó que con la llegada de los militares hace unas semanas, se sintieron “protegidos”, aunque la situación no cambió. A pesar de que ayudaban a los oficiales con agua, estos no hacían lo mismo por el pueblo, ya que bajaban a otras comunidades a reabastecerse de alimentos “pero eso es para ellos“.

Foto: Efraín Rangel

En Tepic, hay cuando menos 35 familias desplazadas de aquel municipio, expuso Esperanza, pero ninguna sabe cuándo va a volver. Se alojan en cuarterías y en hospedajes baratos, algunos están con familiares, mientras que de otros no se sabe dónde se quedan, pero todas están buscando trabajos o piden ayuda en la calle.

“La primera noche en esta casita de nailon, sentí mucho coraje, mucha impotencia, decepción de nuestro gobierno, porque ellos dicen que están salvaguardados todos y cada uno de los integrantes de la sociedad. Pero es falso porque, le digo, nosotros trabajamos toda la vida para tener una casa, si no de lujos, por lo menos que no nos mojáramos, digna.”

Los vecinos cercanos al lugar donde Esperanza y su familia improvisaron su vivienda les han ayudado con vasos, platos y, en algunas veces les llevan comida. Sin embargo, siguen buscando cómo salir adelante, ya que a ella le detectaron hipertensión, y al resto de su familia, el calor de la ciudad y la falta de agua, les ha provocado sarpullidos y otras enfermedades en la piel.

Finalmente, la mujer hizo un llamado a las autoridades para “que no minimicen esto, que se pongan en la situación de cada familia, que vayan en realidad y vean, que no lo nieguen (…) se supone que el principio era cuidar toda su gente, se llame el partido que sea.”

Imagen: Efraín Rangel

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