Europarlamento: la libertad de expresión como arma política, otra vez | Artículo
De nuevo, la causa de los asesinatos de periodistas y de la libertad de expresión en México es secuestrada en las pugnas por el poder, destaca Témoris Grecko.
Por Témoris Grecko
Dejemos por un momento de lado la desconcertante y despistada respuesta presidencial al comunicado del Parlamento Europeo y vayámonos sobre este mismo documento.
En principio, sonaba bien: un acto de solidaridad con un gremio duramente perseguido y un llamado a atender el problema.
Algunos denuncian que es un gesto intervencionista que atenta contra la soberanía de México.
Serían más convincentes si hubieran dicho lo mismo en 2014, cuando el mismo Parlamento Europeo, con una declaración similar, se pronunció sobre Ayotzinapa, condenó las “inaceptables desapariciones forzadas y los crímenes de Iguala” y exigió investigaciones con “rapidez y de modo transparente e imparcial”.
O las dos para Calderón: la de 2007 pidiendo acciones contra los feminicidios y la de 2010, con “profunda preocupación por el incremento de la violencia relacionada con el narcotráfico”.
Pero no: si se dirige al PRI y al PAN, hay que aplaudir el apoyo; si es a Morena, es absolutamente inaceptable.
Es relevante, sin embargo, que quienes controlan las resoluciones del Parlamento son grupos de derecha y centro derecha, especialmente el Partido Popular Europeo.
Aquí es cuando el comunicado empieza a mostrar su cara no tan inocente.
Aunque al inicio, a partir de una visita de europarlamentarios de izquierda a México en enero, supuse que ellos habían impulsado el texto y controlado su redacción, resulta que esto fue al revés.
Fue presentado al pleno por 78 legisladores, de los que 36 son del Partido Popular Europeo, 18 de Renovar Europa y 18 del bloque de Conservadores y Reformistas Europeos: 72 de derecha y centro-derecha.
Sólo dos de Los Verdes/Alianza Libre y tres de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas no lo son (además de uno a título personal).
Así ya podemos explicarnos un documento que sí tiene un tono no sólo intervencionista, sino panfletario. No se queda en reivindicar a las personas periodistas asesinadas, de las que ni una sola pertenecía a las élites de los medios de comunicación nacionales. Se mete a criticar temas que no tienen que ver como el de la reforma electoral o aún peor, el de una supuesta reforma judicial que ni siquiera está en la agenda. Y sale en defensa de los propietarios de la industria de los medios, como si estuvieran amenazados.
Además, si AMLO tiró a la basura el lenguaje diplomático, este comunicado de plano lo llama “populista”: insultarlo no es la mejor forma de persuadir a un jefe de Estado.
Leopoldo López Gil, europarlamentario del Partido Popular Español y padre del opositor venezolano de extrema derecha Leopoldo López, ha llevado la voz cantante en este asunto. No ha tenido temor a exhibir que el documento es una maniobra política: los crímenes contra periodistas, declaró, son “lamentablemente de larga data”, pero “a partir del cambio de gobierno hace tres años, los asesinatos a estos profesionales se han triplicado”.
“Triplicado”. ¿De dónde obtuvo estas cifras? Ni siquiera la oposición mexicana las maneja. Son una fabricación, una mentira. Que le sirvió, además, para comparar al gobierno mexicano con el de Nicolás Maduro.
El documento es, pues, un ataque de la derecha europea en solidaridad no con los periodistas independientes mexicanos (a los cuales menciona repetidamente, sin precisar qué entiende por periodista independiente, ¿serán los Loret de Mola?) sino con la oposición derechista mexicana, a la que le facilitan argumentos antigobierno.
O sea, munición política.
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De nuevo, la causa de los asesinatos de periodistas y de la libertad de expresión en México es secuestrada en las pugnas por el poder.
¿Cómo podemos explicar la gravedad del problema, su importancia, crear conciencia y generar respuestas efectivas, sin que los cínicos y los hipócritas nos vean como cabalgaduras de batalla? Para evitar que nos utilicen, ¿tenemos que callarnos, mirar para otro lado, pedirles a los familiares de las víctimas que lloren en silencio, a las y los colegas en peligro que se atrincheren hasta que los maten?
¿Cómo podemos lograr que, por lo menos, la Fiscalía Especializada en Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) haga mínimamente su trabajo y deje de ser una oficialía de la simulación?
Siempre ha sido difícil hacer avanzar la causa de la libertad de expresión en México. Faltan sensibilidad humana y educación democrática y sobran escepticismo y utilitarismo.
Pero nunca la había visto retroceder tanto como en estos años recientes. Unos la acusan de Caballo de Troya, otros tratan de usarla como tal.
Queda como pequeño consuelo que algunos europarlamentarios se dieron cuenta de la jugada. Los escasos votos en contra del comunicado vinieron de la izquierda. Sin olvidar la violencia contra periodistas y personas defensoras, el español Miguel Urbán Crespo señaló en el debate que “algunos grupos políticos de esta Cámara están utilizando esta situación como un arma arrojadiza contra el gobierno mexicano, con unos intereses que poco tienen que ver con la defensa de los periodistas y de los defensores de los derechos humanos”.
Tiene toda la razón. Igual, no es suficiente para empezar a cambiar las cosas. Esta carta de apoyo perjudicó en lugar de beneficiar. Mejor no nos ayuden, compadres.