Hay que saber distanciar al personaje político de la gran obra que nos deja: González Olvera
Vargas Llosa y los artífices de la literatura del ‘Boom’ fueron personajes políticos por decisión propia, señaló la directora literaria de Alfaguara.

Mayra González Olvera, directora literaria de Alfaguara/Penguin Random House, reflexionó en Aristegui en Vivo sobre el legado del escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien falleció el domingo a los 89 años.
González se refirió a la pérdida de “uno de los últimos grandes del ‘Boom'”, el movimiento literario que transformó la literatura en español. “Cuando empezamos a recibir la noticia, el intercambio con escritores, con otros editores […] empezamos a hablar de orfandad, esa era la palabra que estábamos empezando a utilizar muchos”, dijo.
Vargas Llosa, quien fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2010, fue una de las figuras más influyentes del “Boom” latinoamericano. Junto con Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez, colocó a Latinoamérica en el centro de la literatura mundial.
Según la directora editorial de Alfaguara, su legado es aún más significativo al considerar la figura de Carmen Balcells, la agente literaria que jugó un papel clave en la internacionalización de estos autores: “Fue Carmen Balcells quien supo darle la dimensión, quien supo encontrar y darse cuenta de cuál era el tamaño de estas obras”.
Estimó que Vargas Llosa se despidió de sus lectores con su última novela “Le dedico mi silencio”, que consideraba como su última obra de ficción. “Este es el último libro de ficción que escribo”, dijo el propio autor en las páginas finales de la obra, recordó.
“Además, en una penúltima novela, todavía con esta fuerza, con este rigor literario, también con la diversión que para él fueron las letras, escribió una novela como ‘Tiempos recios’, todavía con esta crítica al intervencionismo, al imperialismo” que significó el golpe de Estado de 1954 en Guatemala, que llevó al poder a Carlos Castillo Armas, país donde presentó la novela en un “magno evento donde fue muy bien recibido”.
“Y un autor que, con su primera novela, ‘La ciudad y los perros’, ya había escalado el Everest”, consideró, al tiempo que destacó el trabajo de Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara en España, y quien fue su editora junto con Carolina Reoyo.
González también destacó la importancia de la “Bienal Vargas Llosa”, una actividad impulsada por la Cátedra que lleva el nombre del autor y que tuvo como sede durante tres ediciones la Feria Internacional del Libro (FIL) de la Universidad de Guadalajara.
“Tuve oportunidad de estar con él, de participar en las mesas, de escucharlo, de ver cuáles eran los intereses de la Fundación Vargas Llosa”, recordó la editora sobre su relación con el escritor en sus últimos años, en los que pudo hablar con él sobre la libertad, la ficción, así como su inquietud por borrar las fronteras entre los países.
Se refirió a lo ocurrido en 1990 durante el encuentro “La experiencia de la libertad” organizado por la revista Vuelta y transmitido por Televisa, y en el que el escritor pronunció allí una de sus frases más conocidas: “México es la dictadura perfecta”.
En ese sentido, consideró que pensar en el contexto histórico resulta interesante para entender las posiciones del escritor, que fueron evolucionando con el paso del tiempo. Destacó la impronta que dejó en él y en su generación la Revolución Cubana iniciada en 1953 y que en su momento fue “fundamental para el pensamiento político y para lo que estaba ocurriendo en la cabeza de estos intelectuales con respecto a sus propios países y con respecto al resto de los países”.
“No se quedaban solamente Mario en Perú, Carlos [Fuentes] en México, [Julio] Cortázar en Argentina, García Márquez en Colombia. Pensaban en Latinoamérica como un todo. Y la Revolución cubana fue muy importante. Lo digo porque esa es la primera reflexión política que los unió en algún momento y que después los separó”, señaló.
Su pensamiento político, que fue cambiando a lo largo de los años, se reflejó en muchas de sus obras. “Podemos leer ‘La fiesta del Chivo’ como la gran novela del dictador, igual que ‘El otoño del patriarca’ de García Márquez”, comentó González Olvera, en alusión a la novela sobre el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, que gobernó con mano de hierro entre 1930 y 1961.
Para González, “hay que saber distanciar al personaje político, al personaje que discute, al personaje polémico, de la gran obra que nos legó y que nos deja”.
Al igual que Vargas Llosa, los artífices de la literatura del “Boom” fueron personajes políticos por decisión propia. “Ahora, a últimas fechas, hay muchos escritores que comentan: ‘¿Por qué quieren que yo sea un intelectual? ¿Por qué quieren que yo opine de todo? ¿Por qué quieren que yo sepa de lo que está ocurriendo del otro lado del mundo?’ Ellos querían tener esa posición. Ellos querían tener esa figura de conciencia política”, dijo, y resalto cómo el peruano asumió plenamente su responsabilidad como una voz crítica en el ámbito político y cultural.
La editora también habló del puñetazo que Vargas Llosa propinó a García Márquez en 1976 al salir de un acto en el auditorio de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica en México y que significó la ruptura de su relación.
“Tenemos un libro muy chismoso, que es una maravilla, que se llama ‘Las cartas del Boom’, y que es donde está el intercambio epistolar entre los cuatro grandes personajes. Y por ahí hay algo que se dice sobre ese momento. La verdad, yo no tengo la respuesta, no sé qué pasó. Parece que era un lío de faldas. Hay quien dice que era un lío político y que tenía que ver con eso.”, comentó.
Aunque agregó: “Yo, la verdad, conociendo a los dos personajes y por el evento, me quedo más con el lío de faldas, porque eso de que con la tía, con la prima… y luego el Gabo también, que pues tenía su parte tremenda. La verdad me quedo con esa parte, pero es más como con una fantasía literaria también, de ambos personajes enormes de nuestras letras”.
Finalmente, la editora compartió una reflexión personal sobre cómo “La ciudad y los perros”, la primera novela de Vargas Llosa, cambió su vida. “A los 13 años me demostró lo que la literatura puede hacer, y desde entonces no solté las letras”, afirmó.
Ve la entrevista completa:

Contenido relacionado
