Vivir para narrarlo: ‘Sin relato. Atrofia de la capacidad narrativa y crisis de la subjetividad’
En su nuevo libro, la ensayista Lola López Mandujar plantea que la constante exposición a estímulos digitales genera individuos con cada vez más escasa autoconciencia, desatentos y con dificultades para interactuar y empatizar con los demás.

Por Marco A. Cervantes
El verbo narrar tiene la misma raíz que el verbo conocer; ambos tienen su origen en una antigua palabra del sánscrito “gna”, que se puede traducir como “conocimiento”. Narrar responde a la necesidad de darle sentido a lo que ocurre a nuestro alrededor. Poner en común nuestros acontecimientos y conocer a los demás por sus relatos es uno de los propósitos de narrar.
Un ejemplo de esta reflexión es el ensayo Sin relato. Atrofia de la capacidad narrativa y crisis de la subjetividad, de la psicoanalista y escritora Lola López Mondéjar (1958), ganadora del Premio Anagrama de Ensayo en 2024. En el libro, la autora española explica cómo la era digital ha mermado nuestra capacidad para construir historias personales afectando nuestra identidad.
El siglo XXI y la atrofia narrativa
López Mondéjar argumenta que la constante exposición a estímulos digitales ha generado individuos con cada vez más escasa autoconciencia, desatentos y con dificultades para interactuar y empatizar con los demás. Esta “atrofia narrativa” se traduce en una disminución del pensamiento crítico y de la imaginación. ¿El resultado? Personas cada vez “más uniformes” y sociedades más deprimidas.
Una de las cualidades del ensayo es la diversidad de voces y perspectivas sobre el mismo tema. La autora propone un diálogo entre autores como Benjamín, Adorno y Ricoeur. Así, López destaca que la vida propia, ya sea a través de la terapia, la literatura o los relatos puede convertirse en algo que merece la pena contar. Así, contar algo se puede convertir en centro de reflexión y conocimiento. El ser humano busca todo el tiempo sentido: narrar forma parte de la construcción de nuestra identidad individual como social.
Siguiendo esta idea, el texto destaca que narrar es una cualidad intransferible de la personalidad. Se narra como rasgo único. Nuestras tragedias o nuestras alegrías no son las mismas que la de los otros: lo que contamos nos define. En este libro se expone que la narración, propia o de los demás, puede convertirse en cercana y creativa si tiene como base la experiencia propia, bajo la idea de que no hay lugar más interesante en el mundo que uno mismo.

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