‘Apenas se ha excavado un 12 por ciento del recinto sagrado de México-Tenochtitlan’: Leonardo López Luján |Video
En conferencia virtual el arqueólogo hizo un recorrido a través de la historia del Proyecto Templo Mayor.
Desde el hallazgo de la Coyolxauhqui, el febrero de 1978, se puso en marcha un programa permanente de investigación que ha permitido conocer aspectos de la vida y la cultura de Tenochtitlan: el Proyecto Templo Mayor, siendo Leonardo López Luján, uno de los arqueólogos más cercanos a los trabajos desarrollados en el sitio.
Bajo esa experiencia, el investigador dictó la conferencia El Proyecto Templo Mayor y el resurgimiento de la Antigua Tenochtitlan, segunda sesión del ciclo En busca de Tenochtitlan y Tlatelolco, coordinado por Eduardo Matos Moctezuma y transmitida por El Colegio Nacional.
A decir del López Luján en el Centro Histórico se encuentra la mayor concentración de monumentos artísticos e históricos que hay en el continente americano, por lo que es necesario franquear muchas barreras y no se puede excavar en los “lugares que deseamos, sino donde nos es permitido”.
Los arqueólogos, cuando bajan entre 50 y 100 centímetros en el ahora conocido como primer cuadro de la Ciudad de México, detectan vestigios de la capital virreinal, la ciudad europea más importante de ultramar, que tuvo una vida de tres siglos, desde 1521 hasta 1821: fue la más rica de todo el continente americano en ese periodo.
“Si seguimos bajando encontramos los vestigios de otra capital, anterior al año de 1521, una ciudad gigantesca asentada en la isla de Tenochtitlan-Tlatelolco, que tendría 13.5 kilómetros cuadrados de superficie y unos 200 mil habitantes. Una de las tres capitales de la Triple Alianza, que gobernaba un gigantesco imperio en el momento de la llegada de los españoles.”
Recordó que la capital del país es milenaria, su pasado va muy atrás y los arqueólogos han encontrado sólidas evidencias de que hubo un asentamiento desde el 950 de nuestra era: desde entonces, la isla estuvo ocupada de manera continua, aseveró López Luján: incluso, se hallan asentamientos del Clásico teotihuacano.
De aquellos tiempos se han explorado superficies pequeñas, como la zona del Templo Mayor de México-Tenochtitlan o la de su ciudad hermana, México-Tlatelolco. En el caso de México-Tenochtitlan apenas se ha excavado un 12 por ciento del recinto sagrado, y el 0.1 por ciento de la superficie total de esta capital, “lo que conocemos es un fragmento muy reducido de la realidad arqueológica”.
El parteaguas arqueológico
Tras los descubrimientos de principios del siglo XIX, ordenados por el segundo conde de Revillagigedo para someter a una cirugía mayor a la ciudad capital de la Nueva España, el mayor parteaguas arqueológico, dijo López Luján, se dio en 1978, con la aparición del disco de la diosa lunar Coyolxauhqui, un hallazgo de carácter fortuito, en sus inicios a cargo de dos pasantes, Raúl Arana y Rafael Domínguez, y su jefe directo, Ángel García Cook.
Es entonces que arranca el Proyecto Templo Mayor, en marzo de 1978, encargado a Eduardo Matos Moctezuma, un joven investigador de 38 años de edad, pero ya con prestigio y un largo recorrido como arqueólogo por haber coordinado el proyecto Tula.
De esa manera comenzaron los trabajos, explicó el investigador. Después de la demolición empieza a emerger el Templo Mayor: “Eduardo Matos no lo encontró, fue Manuel Gamio, pero tiene la gloria de haberlo liberado por los cuatro lados a un edificio de 84 por 76 metros, en su superficie más grande, y que pudo haber alcanzado los 45 metros de altura.”
Aparecen no sólo la pirámide, sino 13 construcciones de carácter secundario que circundaban al recinto sagrado, mencionó el arqueólogo, quien se integró al proyecto el 7 de julio de 1980, cuando contaba con 17 años de edad y había alrededor de 600 personas trabajando en el lugar.
El interés por los trabajos arqueológicos fue tal que a Eduardo Matos Moctezuma se le ocurrió hacer una serie de ventanas y luego habilitar todo un pasillo, para que la gente pudiera conocer a la gran diosa Coyolxauhqui, al grado que se hacían unas filas gigantescas y hasta se depositaban flores a la deidad.
López Luján recordó que las investigaciones no estuvieron exentas de polémicas. Mientras que Fernando Benítez y Pedro Ramírez Vázquez fueron unos férreos defensores de la idea de que se reconstruyera la pirámide en su totalidad, el presidente “López Portillo dejó la decisión en manos de quien sabía, en este caso de Eduardo Matos”.
En 1979, se organizó la primera exhibición en el Palacio de Bellas Artes: la presentación en público de objetos que llevaban más de 500 años en el subsuelo, tesoros que no podían llevarse al antiguo museo etnográfico, por lo que se planeó la construcción de un nuevo recinto para alojar todos los materiales arqueológicos, pero vino la devaluación del peso, la nacionalización de la banca, lo que propició que el recinto se concluyera hasta el 12 de octubre de 1987.
“El Museo del Templo Mayor cuenta con ocho salas para albergar todas las colecciones y un centro de investigación; el recinto ha incrementado sus colecciones, no sólo porque el proyecto se ha mantenido, sino también por los resultados del Programa de Arqueología Urbana, dirigido por Raúl Barrera.”
“La gran sabiduría de estos proyectos es que ha trascendido los sexenios y en esa continuidad ha estado su mayor secreto: no queremos mucho dinero, sino queremos que nos den todos los años, de manera constante, de manera que la ciencia se pueda realizar”, señaló Leonardo López Luján.
Hablar de los hallazgos resultaría muy complejo, si se toma en cuenta que, a lo largo de los 43 años del Proyecto, se han publicado más de mil 250 artículos, como resultado del trabajo de varias generaciones, de toda una colectividad.
“El proyecto se planteó como un semillero de profesionales de alto nivel: se han elaborado 109 tesis profesionales de licenciatura, maestría y doctorado, y 25 han recibido la mención de los Premios INAH, en ámbitos tan importantes como la museografía o el turismo”, destacó Leonardo López Luján”
Contenido relacionado

