El sentido de la esperanza, según Byung-Chul Han (Reseña)
El filósofo coreano ganó hace unos días el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025.

Por Héctor González
Desde hace algunos años Byung-Chul Han (Seúl, 1959) se ha convertido en uno de los filósofos más leídos y populares de Occidente. Sin llegar a los niveles del esloveno Slavoj Žižek, un auténtico rock star, el coreano también puede presumir de tener una buena legión de fans que suscriben sus críticas al neoliberalismo y lo siguen en su afición por la meditación.
No faltan también hay que decirlo, sus detractores. Algunos lo llaman filósofo pop e incluso, circula el libro ¿Por qué (no) leer a Byung-Chul Han?, donde las académicas Luciana Espinosa, Beatriz Greco, Ana Paula Penchazsadeh, María Cristina Ruiz Ferrer y Senda Sferco, consideran que su pensamiento se mueve en los extremos promoviendo el nihilismo y la pasividad.
Su anuncio como ganador del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, colocó una vez más al filósofo en los titulares y reavivó algunas de las críticas de académicos como el catalán José Mansilla, quien a propósito de su libro La desaparición de los rituales publicó una dura crítica titulada Byung-Chul Han o Mr. Wonderful progre, donde sostiene que su pensamiento carece de profundidad.
A favor del coreano se puede decir que en una década ha vendido más de dos millones de libros de filosofía, lo cual es casi una proeza. La ligereza de su escritura y su sencillez lo hacen un autor accesible para miles de lectores que de otra manera no accederían a una disciplina que en pocas ocasiones se codea con la gente de a pie.
El sentido de la esperanza
Un ejemplo es El espíritu de la esperanza (Herder), su ensayo más reciente publicado en español, y donde hace a un lado el maniqueísmo que le han cuestionado y pondera la acción a partir de la contemplación. Critica tanto al pesimismo como al optimismo, en tanto que quienes ostentan estas posturas “son ciegos para las posibilidades”, dice. Su análisis se aleja también de la psicología positiva pues considera que ésta “se desliga de la psicología del sufrimiento y trata de ocuparse exclusivamente del bienestar y la dicha”.
Coincide, en cambio, con el dramaturgo y expresidente checoslovaco Václav Havel, cuando señala: “La esperanza no es optimismo. No es el convencimiento de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, al margen de cómo salga luego”.
Mientras leo el ensayo, recuerdo la entrevista que hace unos meses Stephen Colbert le hizo al músico Nick Cave. Durante la charla, el rockero habló sobre la pérdida, tema del que desafortunadamente conoce bastante pues en 2015 y 2022 murieron dos de sus cuatro hijos. “Hay alegría y felicidad de una forma que jamás hubieras creído posible tras el duelo. Es una terrible verdad sobre el duelo: al final, sientes que puedes sentir alegría de una forma que jamás imaginaste”, comentó. Quien quiera corroborarlo se puede remitir a Wild God, su disco más reciente.
En esencia sus palabras coinciden con el piso que sostiene el ensayo de Byung-Chul Han: ante la desesperación más absoluta, es justo la esperanza aquello que nos puede mover de donde estamos.
Es verdad, que en libros anteriores el filósofo coreano se regodeó en fatalismos, si se quiere maniqueos, pero al menos con El espíritu de la esperanza da un volantazo hacia una dirección más realista y al mismo tiempo enaltecedora, que en tiempos como los que corren no viene mal revisar.

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