“Escribo por reacción”: Rafael Chirbes

El narrador español habla sobre ‘En la orilla’, obra ganadora del Premio Nacional de Narrativa en España.

octubre 9, 2014 6:23 pm Published by

Ante todo Rafael Chirbes prefiere la vida hogareña. “Mi familia era pobre: mi padre era peón ferroviario y mi madre guardabarrera de tren”, recuerda el autor valenciano. Renuente a lo que se conoce como “la vida literaria”, el escritor se ha visto forzado a entrar en el redil de las entrevistas, las giras y conferencias. Sus obras cada vez reciben más reconocimientos y por tanto lo vuelven más visible. Apenas el pasado 7 de octubre, En la orilla, su título más reciente obtuvo el Premio Nacional de Narrativa en España.

Manuel Vázquez Montalbán lo ubicó como una especie de isla dentro la literatura española… 

Todos los escritores son islas pero desde que apareció En la orilla he procurado subrayar la parte de aislamiento. Es muy difícil mantenerte al margen cuando conoces a escritores y editores porque empiezas a ver el mundo desde un mismo sitio.

A través de las historias que cuenta se filtra una reflexión social, casi siempre marcada por una crítica al poder. 

La clase social es mala porque si vienes de abajo no te curas nada. Puedes tener amigos de clases más altas pero siempre les descubres los tics. El punto originario marca mucho y la cultura siempre está relacionada con los de arriba. El novelista debe escapar de todo esto para conservarse libre.

De alguna manera En la orilla es la continuidad de lo que empezó con Crematorio, un reflejo de la crisis que enfrenta España.

Cada libro responde a algo que sucede en el momento. Escribo por reacción, hay quien me dice que he intentado escribir sobre los episodios nacionales de la historia de España. Es verdad pero salió sin tener conciencia. Me entero de que tratan mis libros cuando ya van muy avanzados. Con En la orilla quería contar mi tiempo, como lo hizo Dos Passos con el suyo, por tanto es una obra muy digresiva. No quería que hubiera un nudo porque creo que la vida no se trata de deshacer nudos y descubrir un secreto, sino de moverse entre unas opciones y otras.

La historia tiene la desazón de quien despierta de un sueño para encontrarse con una realidad gris. 

Ese es el estilo de En la orilla, el lector se siente desazonado por las distintas voces y no sabe con cual quedarse. Sufre el mismo proceso que el autor, cada voz parece que lo desautoriza y no tiene de donde agarrarse porque todas la van tumbando. Quería hablar del islamismo, la pederastia, la prostitución y solo podía conseguirlo haciendo algo con una fuerza centrípeta grande que es un estilo muy denso.

¿Pesimista? 

El novelista tiene que intentar contar lo que ve para encontrarle sentido. Yo no puedo sermonear, a lo más puedo transmitirte mi desazón para que veas lo que yo veo. Si gracias a eso cambia tu percepción, es buena señal. Mi misión no es engañarte prometiéndote un mundo mejor, que es lo que hacen los políticos; tampoco venderte un paraíso que es lo que hacen los curas; ni consolarte como hacen los psiquiatras. Lo que yo quiero es transmitirte mi desazón, lo otro sería engañarte. No puedo darte una esperanza que yo no tengo, eso es ser tramposo.

En su libro escribe sobre el presente español, ¿cómo novelar la actualidad sin caer en lo coyuntural y quedarse en la superficie?

Se escribe sobre el malestar y un poco sobre el egoísmo. Escribir te saca un poquito a flote de lo que es tu entorno y mundo, por eso pongo todas mis contradicciones en el libro. Hay que alejarse de las cosas, en el tiempo o en el espacio. Cada uno escribe porque escribe, lo demás son teorías raras. Hay novelistas que nos llegan y otros que no; la novela sigue siendo una forma de conocimiento indispensable. Daniel Sada me cuenta mejor México que cualquier reportaje. Mientras existan estos casos la novela será indispensable.

Últimamente ha cosechado una buena cantidad de premios, ¿esto no le supone una presión respecto a sus siguientes novelas?

No porque me importa un pimiento el público, escribo para mí. Mi literatura viene de no haber aceptado el discurso de la transición española y de aguantar poco a la humanidad en general. Me enternece la vida y la lucha por la vida, pero la convención me molesta mucho. Si tengo que comportarme de determinada manera me siento mal por eso el estatus de los premios me desconcierta.

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