Diálogo musical entre Mozart y Salieri, en el Claustro de Sor Juana
El concierto se realizará el viernes 11, a las 18 horas, en el Auditorio Divino Narciso; las interpretaciones irán por cuenta de los Solistas Ensamble de Bellas Artes.

A lo largo del tiempo, la mitología musical ha condenado al compositor italiano Antonio Salieri (1750-1825) como uno de los villanos más icónicos de la llamada “música clásica”, incluso, responsabilizándolo de la muerte de Mozart (1756-1791).
Nada más alejado de la realidad, si bien no fueron amigos, si había una relación de respeto y admiración mutua, aunque diversos sucesos alentaron el fuego del mito de una rivalidad creada en las obras de artistas rusos como el poeta Alexandr Pushkin o el compositor Rimsky-Korsakov, así como del dramaturgo británico Peter Shaffer, cuya obra de teatro Amadeus, llevada a la pantalla por el cineasta checo Milos Forman en 1984, popularizó el mito.
Estos dos grandes compositores del siglo XVIII vuelven a encontrarse en una velada donde será interpretadas piezas icónicas en el concierto Gala Salieri – Mozart, a celebrarse el viernes 11, a las 18 horas, en el Auditorio Divino Narciso de la Universidad del Claustro de Sor Juana.
El recital estará a cargo de los Solistas Ensamble de Bellas Artes, bajo la dirección escénica y musical de los maestros Antonio Salinas y Christian Gohmer. Respectivamente, interpretarán un programa que iniciará con piezas de las óperas de Salieri: Il pastor fido y Prima la música e poi le parole.
De Mozart dará vida también a fragmentos de sus óperas La flauta mágica, Don Giovanni, Così fan tutte y Las bodas de Fígaro.
El concierto se da en el marco de las conmemoraciones por los doscientos años de la muerte de Antonio Salieri.
El legado de Salieri
El mito de la rivalidad entre ambos artistas ha hecho mella en los aportes que el compositor italiano legó a la historia de la música, mismos que se han ido diluyendo poco a poco, por lo que es importante destacarlo como director musical o maestro de la capilla imperial de Viena, además de ser compositor, director de orquesta y profesor de música, maestro de algunos de los más grandes autores del siglo XIX como Beethoven, Schubert o Liszt, entre otros, incluso, de Franz Xaver Mozart, si, el hijo de Mozart.
Antonio Salieri fue uno de los compositores europeos de más éxito de finales del siglo XVIII, participando en todos los aspectos creativos y académicos de la vida musical de la época, destacándose como compositor de ópera. Dio vida a más de 40 obras, en diversos géneros.
La animadversión hacia Antonio Salieri, especialmente en el ámbito de la música académica, se intensificó en el siglo XX, impulsada por la obra teatral de Shaffer y su adaptación cinematográfica. Obra que retrata una relación ficticia entre Salieri y Mozart, donde el primero es plasmado como un compositor celoso y resentido hacia el genio austriaco, lo que generó una percepción pública negativa que perduró, incluso entre los músicos y críticos de la época.
La controversia y la discusión sobre la supuesta rivalidad entre ambos genios de la música, que en realidad fue una relación más compleja y cordial de lo que se piensa, ocasionó que el músico italiano fuera visto como un villano, opuesto al genio de Mozart, lo que se arraigó en la cultura popular y se extendió al mundo de la música académica, generando cierto rechazo o poca valoración hacia su figura y su obra.
De hecho, el apellido Salieri, en la a actualidad, también hace referencia a un síndrome psiquiátrico que la ciencia diagnostica a quienes odian de forma patológica a aquellos que los superan en el campo profesional.
Hoy, escuchar la música de Salieri es una forma de hacerle justicia desde el punto de vista artístico. Su obra, refinada y profundamente ligada al teatro, desmiente la imagen del artista mediocre y resentido. Sus óperas sirvieron de inspiración para numerosos compositores que vinieron después, y su labor como maestro fue fundamental en la transición del estilo clásico al romántico.
A dos siglos de su fallecimiento, Antonio Salieri ha dejado de ser visto como el antagonista de Mozart. Finalmente, se le reconoce como un compositor con identidad propia, libre de malentendidos, valorado en su justo contexto y celebrado por lo que realmente fue: una figura fundamental de su época, cuya música aún conserva su vigencia.

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