No hay amnistías sin verdad ni justicia (Artículo)
“La transición exitosa a una democracia sólida dependerá de cómo se aborde el pasado, que sepamos de él, quiénes sean responsables de la espiral de violencia, cómo se haga el desmantelamiento de redes criminales y de corrupción, qué transformaciones institucionales se realicen y cómo se repare a las víctimas”, escribe Jacobo Dayán.
Por @dayan_jacobo
De inmediato el equipo de transición inició con el discurso de pacificación utilizando elementos de justicia transicional. Bien por ello. Cabe recordar que todo proceso de justicia transicional contiene elementos de memoria-verdad, justicia, reparación a víctimas y garantías de no repetición. Al parecer al frente han colocado el tema de las amnistías. Estas son una herramienta para buscar la pacificación pero no pueden otorgarse dejando a un lado la verdad y la justicia.
Dado el entorno masivo de crímenes en los últimos años sería sensato aceptar, como se ha hecho en otros países en circunstancias similares, que no todos los procesos judiciales podrán realizarse o tardarán muchísimos años en resolverse. Menos con un sistema de procuración de justicia colapsado, incapaz, desmantelado e históricamente utilizado con fines políticos. Ante la impunidad casi absoluta, una impunidad de facto, se presentan elementos urgentes a resolver en paralelo a las amnistías: verdad, justicia, reparación y seguridad. Sin niveles de seguridad aceptables será prácticamente imposible pedir a las personas sujetas a recibir amnistía que den su testimonio ya que difícilmente se les podrá garantizar su seguridad.
El equipo de transición ha reiterado la idea de crear comisiones de investigación para casos emblemáticos (erróneamente las llama comisiones de la verdad). Resolver casos paradigmáticos no es lo único que se requiere. Las millones de víctimas directas e indirectas del país y la sociedad en su conjunto requerimos una gran Comisión de la Verdad que pueda explicar los patrones de la violencia de los últimos años, una narrativa de las redes criminales y de protección política que produjeron las atrocidades, explicaciones regionales y por hecho victimizante, patrones de ataque a grupos en situación de vulnerabilidad.
La verdad que se obtiene a través de la justicia no es la misma que se requiere para poder pacificar al país. Tampoco es suficiente la verdad que resulte de un puñado de comisiones de investigación. Mientras los tribunales y las comisiones de investigación buscan determinar responsabilidades individuales por casos específicos, las Comisiones de la Verdad se centran en describir patrones, políticas, entornos, estructuras, causas, consecuencias. Todo ello desde enfoques multidisciplinarios y no solo desde un ángulo jurídico.
La transición exitosa a una democracia sólida dependerá de cómo se aborde el pasado, que sepamos de él, quiénes sean responsables de la espiral de violencia, cómo se haga el desmantelamiento de redes criminales y de corrupción, qué transformaciones institucionales se realicen y cómo se repare a las víctimas. Ni las amnistías, ni comisiones de investigación (mal llamadas comisiones de la verdad), ni una fiscalía general sin autonomía ni independencia lo lograrán. Para Priscilla Hayner, experta en Comisiones de la Verdad, “la verdad se ha transformado en una precondición no negociable de cualquier proceso genuino de transición democrática”.
Se requiere una Comisión de la Verdad para entender, describir y difundir los horrores del pasado reciente; para poder crear un marco de reparaciones a víctimas congruente con nuestra realidad; para abonar a los procesos de justicia; para poder emitir recomendaciones que den garantías de no repetición; para entender el pasado y poder tener futuro.
La justicia que hasta ahora tenemos es casi nula. Lo poco que hay se ha centrado en la parte más baja de las responsabilidades. Requerimos desmantelar las redes criminales, de corrupción y de protección política. Para ello se requiere de verdad y una fiscalía autónoma e independiente.
Naciones Unidas reconoce en sus Principios para la protección y promoción de los Derechos Humanos mediante la lucha contra la impunidad que “cada pueblo tiene el derecho inalienable a conocer la verdad acerca de los acontecimientos sucedidos en el pasado en relación con la perpetración de crímenes aberrantes y de las circunstancias y los motivos que llevaron, mediante violaciones masivas o sistemáticas, a la perpetración de esos crímenes. El ejercicio pleno y efectivo del derecho a la verdad proporciona una salvaguardia fundamental contra la repetición de tales violaciones”.
Es necesario que en los primeros días del nuevo gobierno se cree una Comisión de la Verdad (no solo comisiones de investigación por caso) que alimente al proceso de amnistías y a la nueva fiscalía (que deberá ser autónoma e independiente). Regresando a Priscilla Heyner, las comisiones de la verdad ayudan a las sociedades a “entender y aceptar su pasado y así con buena suerte, ayudar también fundamentalmente en la configuración de su futuro”.