Emmanuel Carrère se solidariza con los periodistas mexicanos

El escritor francés reconoce que la situación de los periodistas mexicanos desaparecidos le horroriza.

mayo 6, 2018 1:30 am Published by

Antes que otra cosa, Emmanuel Carrère se considera un periodista de tiempo completo. De hecho, sostiene que las entrevistas le incomodan un poco “prefiero hacer las preguntas, no responderlas”, dice el autor títulos seminales dentro de la tradición de la novela de no ficción, como El adversario o Limonov.

“No es una mañana fácil”, advierte el francés antes de comenzar la entrevista. “Me tomé unos tequilas de más”, confiesa y con cierto toque de humor pide, “por favor no me hagas preguntas muy difíciles”.

El libro más reciente de Carrère, al menos en nuestro país, es Conviene tener un sitio adonde ir (Anagrama), volumen donde reúne algunas de sus mejores crónicas, perfiles y reportajes.

¿Cómo ha cambiado su idea del periodismo a través del tiempo?

El periodismo siempre ha sido una parte importante de mi vida, el primer trabajo que tuve fue como crítico cinematográfico y lo hice durante más de 10 años. Creo que dentro del periodismo hay dos familias: en la primera están los que analizan la situación y son líderes de opinión; la segunda se enfoca más en el reportaje. Respeto a ambas familias, pero obviamente, yo pertenezco a la segunda. No soy de los que escriben editoriales prefiero ir a algún lugar, conocer gente y tratar de decir algo acerca de la complejidad de determinada situación. Este es el tipo de trabajo que me gusta hacer.

Además, fui muy afortunado en mi vida como periodista porque hace más de 10 años comencé a escribir regularmente para la revista Revue, que publica reportajes de largo aliento. Tener un espacio con estas características es un privilegio.

El periodismo en México está pasando por un momento muy difícil, ¿qué piensas de eso?

Lo sé y creo que es terrible, es el tipo de temas en los que no creo que sea importante saber mi opinión, prefiero escuchar a la gente que sabe dar respuesta a esas preguntas, que ellos me expliquen. Necesito escuchar más en lugar de hablar. ¿Qué te puedo decir? Estoy horrorizado por esta situación, expreso mi solidaridad y admiración por los periodistas que aún así llevan a cabo su trabajo en lugares peligrosos, los admiro. Es el tipo de tema del que me gustaría hacer algún reportaje.

En tus crónicas políticas hace reflexiones filosóficas o morales sobre el bien y el mal, ¿por qué le interesan este tipo de planteamientos?

No creo ser muy bueno en las reflexiones filosóficas, pero como dices, me gusta poner sobre la mesa cuestiones morales. Si me lo permites, creo que soy una persona moral, sin que eso signifique que me comporto bien. Saber dónde está el bien y el mal es una cosa, pero hacer lo correcto es otra. De hecho, San Pablo solía decir “no hago el bien que deseo, si no el mal que no quiero”, es una experiencia humana muy común.

¿Cómo entiende la moralidad?

La moralidad es algo muy simple: no lastimar a los demás, eso es lo principal.

Edward Limonov y Jean-Claude Romand (protagonistas de Limonov y El adversario) son personajes trágicos, ¿qué virtudes encuentras en la tragedia para poder hablar de la condición humana?

No creo que Limonov sea un personaje trágico. Creo que es un héroe pintoresco, un hombre que va de una experiencia a otra viviendo con increíble vitalidad, incluso si no apruebo muchas de sus opiniones. Tiene el tipo de vitalidad extrema que no lo hace un personaje trágico.

Menciona la palabra “vitalidad”, creo que es un concepto muy importante en tu literatura, ¿cómo funciona en tus personajes?

Depende del personaje, pero creo que Limonov es un excelente ejemplo: tiene energía interna, vitalidad. No sé.

¿Cuál ha sido su experiencia con la religión?

Soy agnóstico, por eso me parece interesante decir algo sobre el momento de mi vida en que traté de ser creyente, ahora lo veo como un periodo muy extraño y me siento un poco incómodo al pensar en estos extraños sentimientos y creencias.

¿Cuál es su idea de Dios?

Ninguna, no tengo ninguna idea de Dios. Creo que muchos necesitamos más que un Dios, un sustituto de él. Para mi ese sustituto es la inconsciencia, es lo que los antiguos chinos llamaban Chi, energía vital. No es algo en lo que creas, lo experimentas. No necesitas creer en Dios para sentirte motivado por algo más grande que tú.

¿Cree en algo?

Creo en la bondad, en el afecto, en la honestidad, en la benevolencia, en tratar de comportarte mejor. No necesitas creer en Dios para profesar todo esto.

Sus libros van de la ficción a la no ficción y de ahí a la autobiografía, ¿qué tipo de necesidad le representa escribir?

Escribir es una necesidad vital. Solo escrito solo un libro autobiográfico, que es Una novela rusa. En los otros no soy el protagonista, soy el narrador, el testigo. Me siento bastante cómodo en esa posición, no me siento a gusto siendo el héroe de la historia. Ser un simple testigo está bien para mí.

No hace mucho le leí decir que no atravesaba su mejor momento…

Es algo perturbador, algo que me cuesta trabajo explicar desde lo individual. Hemos llegado al momento en que los niños no pueden aspirar a tener una mejor vida que la de sus padres, tal vez sea algo banal, pero hasta ahora los niños creían que podían tener una vida mejor que la de sus papás. Mis hijos, por ejemplo, están conscientes de que tienen y tendrán una vida más difícil que la mía.

Usted siente simpatía por Juan Rulfo. ¿Qué relación tiene con su obra?

Descubrí los dos libros de Rulfo cuando tenía 25 años más o menos. Me impresionaron mucho, los volví a leer y te puedo decir que aún sigo sorprendido por el contraste de su trabajo, sus dos libros tienen una poderosa radiación. Además he leído a Octavio Paz, Carlos Fuentes y algunos contemporáneos. En fin, México es un país que me interesa como para venir a investigar y reportear. El periodismo siempre ha sido algo muy importante para mí.

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