México debe implementar una política de estado hacia la Casa Blanca | Análisis de José Ignacio Martínez Cortés
A lo largo de 200 años de relación bilateral, siempre ha estado ausente una diplomacia de Estado nación mexicana hacia la Casa Blanca.
José Ignacio Martínez Cortés
Profesor del Centro de Relaciones Internacionales, UNAM Coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios
[Síguenos ahora también en WhatsApp. Da clic aquí]
Una política de estado es (debe ser) de largo plazo la cual debe diseñarse con base en el interés general de la nación y para su construcción confluyen actores políticos, agentes económicos, liderazgos sociales y especialistas de la academia, en torno a estratagemas centrales sin intereses partidistas, más allá de coyunturas y periodos de gobierno para evitar que intereses endógenos y exógenos atenten contra la seguridad nacional, para ello es de suyo importante una agenda nacional de riesgos que coadyuve a la formulación y evaluación de la toma de decisiones en un corto, mediano y para mantener intacta la soberanía nacional en torno a una estabilidad política, económica y social impulsando un proyecto de nación con desarrollo sostenible de largo plazo.
Al respecto, a lo largo de 200 años de relación bilateral, siempre ha estado ausente una diplomacia de Estado nación mexicana hacia la Casa Blanca, por lo que, ante un nuevo gobierno en México y con la llegada de una nueva administración en Estados Unidos de corte proteccionista (ya sea del partido republicano o del demócrata), es el momento para dar un drástico giro en la relación con Washington. En este sentido, es de suyo relevante diseñar la estrategia en forma bilateral sería caer en el mismo error, cuando por abordar un tema que le interesa a la Casa Blanca no se toman en consideración otros asuntos paralelos de la vinculación integral, que afectan el desarrollo de México total.
La Casa Blanca cuando ve trastocado sus intereses en México opta por estrategias acorde a su seguridad nacional. Sin duda la máxima de la política exterior estadounidense hacia el subcontinente tiene como al principal destinatario a México. Monroe no se equivocó al decir hace cien años “América para los americanos” (v.gr. discurso ante el Congreso de Estados Unidos del presidente James Monroe pronunciado el 2 de diciembre de 1823).
La relación de México con la Casa Blanca siempre se ha delineado por los intereses grupales aglutinados en torno a los encargados de los despachos de las secretarías que conforman los diversos gabinetes del presidente en turno, pero nunca se abordan de manera integral los temas que le interesan a la Casa Blanca y que inciden en la seguridad nacional de México.
De esta forma, en asuntos de gran trascendencia para ambas naciones como son los de narcotráfico, comercio, seguridad, migración, cambio climático, y ciberseguridad, México ha reaccionado sin tener un hilo conductor.
Por ello LACEN propone una Política de Estado hacia la Casa Blanca para reorientar la relación Bilateral con Estados Unidos, ya que la soberanía nacional puede ser avasallada por los riesgos que representa la presidencia 47 de Estados Unidos. El objetivo de esta política de Estado hacia Washington es reorientar la relación Bilateral con Estados Unidos, ya que, ante las nuevas deportaciones masivas, una muralla, y una frontera blindada, México necesita construir una nueva relación con su vecino del norte, centrada en equilibrar su desarrollo interior, sin permitir imposiciones en la agenda bilateral, ni subordinarse a los intereses geopolíticos de la Casa Blanca.
Las nuevas amenazas del expresidente estadounidense Donald Trump (2017-2021) de expulsar migrantes, construir un muro fronterizo y aplicar un proteccionismo comercial, obligan a México a diseñar una política de Estado centrada en superar su desarrollo interior desequilibrado. El error de México seria continuar con la tradición de abordar de manera separada o paralela cada uno de los temas de la relación bilateral, y no en el marco de una política de Estado integral y coherente. Trump amenaza de retomar un agresivo nacionalismo económico, aplicar un férreo proteccionismo comercial, y una política exterior muy conservadora contra México.
No obstante, el pasado 26 de septiembre, la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Kamala Harris, recordó que, siendo senadora, el 12 de agosto de 2020 votó en contra de la aprobación del TMEC. En la revisión del TMEC (artículo 34.7.1) el 1 de julio de 2026, Harris pugnará por un nacionalismo económico, bajo la ley “Buy American“. Y Trump en la revisión del TMEC, con el “Make America Great Again“, impondrá su patriotismo económico.
La relación tiene dos fechas en su calendario: la más próxima es la revisión del Tratado México Estado Unidos, Canadá (T-MEC), de libre comercio, establecida para comenzar el 1 de julio de 2026. No obstante, con la designación como compañero de fórmula del joven senador republicano J. D. Vance, de 39 años, Trump presenta a su delfín para las elecciones de 2028, con un perfil conservador, que por su edad podría incluso competir en los comicios para el periodo 2032-2036. Esas fechas coinciden con otro día en el calendario bilateral: el T-MEC termina su vigencia el 30 de junio de 2036, otro año electoral en Estados Unidos.
En la agenda de la nueva política de Estado hacia la Casa Blanca está presente la sombra de China. Trump afirma que México y China han dañado a la industria estadounidense, sobre todo la automotriz. «Si quieren vendernos un producto tendrán que construirlo en Estados Unidos. China y México se han llevado el 68 por ciento de nuestra industria automotriz, pero la vamos a recuperar», prometió el magnate.
Al respecto, es importante recordar la reunión celebrada en la Oficina Oval de la Casa Blanca, en 2022, donde Biden recibió al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. En aquella reunión López Obrador expresó ante Biden y Trudeau: «necesitamos más inversiones porque, si no, nos están entregando a los brazos de China». De esta forma, una agenda diplomática integral debería contener la seguridad migratoria, pero también inversiones en nuevas tecnologías, en torno a un desarrollo interior equilibrado de México, no desigual. Sin embargo, esa no es la estricta agenda de Washington, y un tema a negociar es la revisión de los límites a la inversión china en el sureste de México. En tal sentido, Blinken parece haber tomado nota: el secretario de Estado propone construir los semiconductores, pero no en el norte, sino en el sureste mexicano.
No obstante, China ha ampliado su presencia en México, principalmente en la “economía verde”. Es principalmente a través del subgrupo de ciberseguridad que se desprende del Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) donde se presiona a nuestro país para detener la presencia de China en el mercado mexicano.
El sábado 16 de marzo de 2024, durante un acto de campaña realizado en Ohio, el expresidente y candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos en 2024, Donald Trump, lanzó una amenaza a los fabricantes de automóviles chinos, advirtiendo de un arancel aún mayor si establecen fábricas en México para evadir los aranceles existentes: “Si importamos autos chinos hechos en México, pagarán el 100% extra de aranceles en Estados Unidos” dijo el republicano.
El 20 de febrero la Alianza para la Fabricación Estadounidense advirtió que China es una “amenaza existencial” para la industria automovilística estadounidense si utiliza la ruta de México para vender vehículos. La Alliance for American Manufacturing solicitó que se impongan aranceles a los automóviles importados de China, incluyendo eléctricos y de gasolina, a través de la Sección 301 impuesta en 2018 en EU. Recientemente, el senador republicano Josh Hawley presentó una iniciativa para imponer aranceles de 125% a los vehículos fabricados en China que intenten ingresar a su país a través de México.
La Representante Comercial de Estados Unidos, Katherine Tai, el 7 de marzo anunció su intención de tratar el tema de la sobreproducción de vehículos eléctricos por parte de China durante el proceso de revisión del USMCA en 2026, sugiriendo que espera que México rechace la inversión china en su sector de fabricación automotriz. Ese día, Katherine Tai, señaló que la llegada de empresas chinas a México desplaza a las marcas clásicas estadunidenses. La representante comercial de Estados Unidos también mencionó que la renegociación del T-MEC en 2026 será “incómoda”, independientemente de quien gane las elecciones en México y en Estados Unidos. Tai se refirió a tres temas clave en la renegociación del T-MEC en 2026: la revisión de los mecanismos de resolución de controversias, el impacto de China y la crisis climática.
Es importante destacar que la automotriz china BYD producirá en México. Ray Zou, presidente de BYD México, dijo que la planta que están evaluando abrir no tiene como meta la exportación de vehículos a Estados Unidos, pues estará enfocada en atender al mercado local. BYD considera que puede vender entre 40 mil y 50 mil vehículos en el mercado mexicano en 2024.
Otro tema espinoso en la relación de México con China es el proyecto de Ley de Las Américas que fue presentada el 6 de marzo de 2024 por los representantes María Elvira Salazar (R-FL) y Adriano Espaillat (D- NY) y los senadores Bill Cassidy, MD (R-LA) y Michael Bennet (D-CO), para crear una asociación comercial permanente y en constante expansión entre los países del hemisferio occidental y contrarrestar el creciente control de China sobre la manufactura y la geopolítica global. El representante Mike Gallagher (R-WI), presidente del Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre el Partido Comunista Chino, también se unió al proyecto de ley como copatrocinador.
Este proyecto de ley busca expandir el comercio y la inversión entre Estados Unidos y América Latina, con el objetivo de contrarrestar la creciente influencia del Partido Comunista Chino (PCCh). Asimismo, con este proyecto de ley, los congresistas estadunidenses desean la adhesión de países latinoamericanos al Acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá (TMEC) para contrarrestar la influencia de China en el continente americano.
La Ley de las Américas propone crear una asociación permanente de países del hemisferio occidental para facilitar el aumento del comercio, la creación de empleo y el desarrollo, promoviendo al mismo tiempo la prosperidad y la estabilidad en el continente americano. Asimismo, propone unir a las democracias del hemisferio a través del comercio y de un compromiso con la libre empresa, al tiempo que contrarresta el creciente control de China sobre la fabricación mundial, las cadenas de suministro y la geopolítica y generará resiliencia para las cadenas de suministro estadounidenses y combatirá la influencia de China.
Es decir “América para los americanos” nuevamente.
Para ello el presidente número 47 de Estados Unidos utilizará el marco jurídico para impulsar una política comercial proteccionista causando fuertes estragos a la economía mexicana, ya que las exportaciones que coloca nuestro país a la Unión Americana representan el 37.7 por ciento del PIB de México.
A través de su política económica, el nuevo presidente impulsará una política comercial acorde a la estrategia de seguridad nacional. Ante este embate es preciso conocer el marco jurídico comercial que Washington empleará para ejecutar su política de nacionalizar la globalización a través del patriotismo comercial:
En su preámbulo, la Constitución de Estados Unidos en aras de su pueblo vela por la tranquilidad interior, promueve el bienestar general y asegura la prosperidad.
El Artículo 1 (Sección 8) la Constitución faculta al Congreso para establecer aranceles y regular el comercio con las naciones.
Buy American Act (1933, 2010, 2021) la utilizará el nuevo presidente para respaldar la compra de productos de fabricación estadounidense sobre los extranjeros.
La Ley de Seguridad Nacional de 1947 permite establecer aranceles a los países que atenten contra la seguridad de EUA.
Con La Ley de Expansión del Comercio Exterior de 1962, el Congreso establecerá un mecanismo interinstitucional de política comercial, para prestar asistencia al USTR en el desempeño de esas responsabilidades. El mecanismo tiene tres niveles: el Consejo Económico Nacional, ubicado en la Casa Blanca, el Grupo de Examen de la Política Comercial (TPRG) y el Comité Técnico de Política Comercial (TPSC).
La Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, enmendada, autoriza al presidente a ajustar las importaciones de un artículo y sus derivados que se importan a los Estados Unidos en cantidades tales o en circunstancias tales que amenacen con perjudicar la ley nacional. seguridad.
La Sección 232 determina si las importaciones a la Unión Americana amenazan la seguridad del país. La Sección 232 representa el nacionalismo económico que ha prevalecido a lo largo del devenir histórico de Estados Unidos.
La sección 604 de la Ley de Comercio de 1974, según enmendada (19 USC 2483), autoriza al presidente a incorporar en el Esquema Arancelario Armonizado de Estados Unidos (HTSUS) la sustancia de los estatutos que afectan el tratamiento de las importaciones, y las acciones a continuación, incluyendo la eliminación, modificación, continuidad o imposición de cualquier tipo de derecho u otra restricción a la importación.
La Comisión de Medios y Árbitros de la Cámara de Representantes y el Comité de Finanzas del Senado, a través de la Ley de Comercio Exterior de 1974, respaldará la nueva política comercial.
Para ello se empleará la Ley de Comercio Exterior de 2002 que crea el Grupo de Supervisión del Congreso (COG) para asesorar al presidente y al USTR con relación a diversas cuestiones de política comercial.
A partir del próximo 20 de enero de 2025, la Casa Blanca y el Capitolio buscarán:
Fortalecer la Seguridad Nacional: A través de su política económica, el nuevo presidente intentará, en primer lugar, tener una serie de políticas comerciales que vayan de acuerdo y den soporte a la estrategia de seguridad nacional.
La prioridad será asegurar firmemente el cumplimiento de sus leyes comerciales para proteger y beneficiar al trabajador y empresario estadounidense.
El nuevo presidente reequilibrará la economía global y el multilateralismo comercial, por supuesto, a favor de Washington.
Sin duda, ante el vendaval del establishment estadounidense, México debe prepararse y diseñar una política de Estado hacia la Casa Blanca y el Capitolio. Tiempo suficiente hay para la revisión del TMEC que será el 1 de julio de 2026 y su término que será el 30 de junio de 2036 (artículo 34.7 del TMEC).
Te puede interesar>Mayo Zambada: ascendió traicionando, cayó traicionado | Artículo de Juan Alberto Cedillo
Por ello LACEN presenta el estudio “Una Política de Estado hacia la Casa Blanca” para reorientar la relación Bilateral con Estados Unidos, ya que la soberanía nacional puede ser avasallada por los riesgos que representa la presidencia 47 de Estados Unidos. El objetivo de esta política de Estado hacia Washington es reorientar la relación Bilateral con Estados Unidos, ya que, ante las nuevas deportaciones masivas, una muralla, y una frontera blindada, México necesita construir una nueva relación con su vecino del norte, centrada en equilibrar su desarrollo interior, sin permitir imposiciones en la agenda bilateral, ni subordinarse a los intereses geopolíticos de la Casa Blanca.
Este estudio realizado por LACEN propone los ejes que debe tener la Nueva Política de Estado hacia la Casa Blanca, cuyos temas son: seguridad nacional, narcotráfico, comercio, seguridad comercial, migración, cambio climático, ciberseguridad, desarrollo humano, gobernanza, crecimiento sostenible.