Crónicas de Exploración | Los hijos del mestizaje: cocodrilos que desafían la extinción

Los cocodrilos, esos supuestos “fósiles vivientes”, nos están enseñando algo radical: no han sobrevivido millones de años siendo estáticos, sino adaptándose, hibridándose, reinventándose.

julio 4, 2025 10:35 am Published by

Por Gualberto “Chunko” Pacheco*
Exploradores de National Geographic Hub México

“Los animales no están hechos para llegar a viejos.
Los animales viejos deberían ser una excepción
antinatural. Monstruos”

– Chuck Palahniuk (adaptado)

Los cocodrilos han sido, por siglos, símbolo de fuerza bruta, de quietud ominosa, de bestias ancladas en el pasado. Y sin embargo, estas criaturas milenarias, de piel acorazada y mirada prehistórica, tienen algo más que enseñar: son el ejemplo vivo de que la evolución no es lineal ni pura. Es híbrida, compleja, inesperada. Y profundamente fascinante.

Durante mucho tiempo, la hibridación —el cruce entre diferentes especies— fue vista con recelo. Un fenómeno antinatural. Un error evolutivo. Un accidente genético condenado a la infertilidad, como las mulas. Y claro, eso es parcialmente cierto… a veces. Pero la naturaleza, siempre más compleja que nuestras categorías, se burla de esos absolutos.

En realidad, la hibridación ocurre todo el tiempo en la naturaleza, especialmente entre especies que están muy emparentadas y que aún comparten ciertos códigos genéticos. Y no solo ocurre: puede convertirse en un verdadero motor de evolución.

Foto: José Alberto de la Luz García de León para NatGeo Hub México

Los cocodrilos de México: historia de un mestizaje milenario

En México, esta historia tiene protagonistas espectaculares: los cocodrilos Crocodylus acutus (el cocodrilo americano) y Crocodylus moreletii (el cocodrilo de pantano), cuyas líneas evolutivas han convivido por millones de años. Sus orígenes en el territorio nacional se remontan a más de tres millones de años, pero fue hace aproximadamente 2.5 millones cuando, en la Península de Yucatán, comenzaron a encontrarse… y a cruzarse.

¿Hibridaron? Sí, y lo hicieron con tal persistencia que muchos científicos hoy sostienen que ese linaje híbrido caribeño podría considerarse una nueva especie. Una que combina rasgos de ambas especies, pero que ya no es exactamente ninguna de ellas. Es, literalmente, un hijo del mestizaje.

Este fenómeno ocurre sin intervención humana, impulsado por la proximidad geográfica, la compatibilidad genética y el flujo natural entre sus hábitats. Es una evolución sin etiquetas. Sin purismos. Es naturaleza en movimiento.

Foto: José Alberto de la Luz García de León para NatGeo Hub México

Las islas: laboratorios mal entendidos

Ahora bien, ¿cómo estudiamos estos procesos? La genética moderna nos permite analizar el ADN de los cocodrilos actuales y reconstruir su historia. Pero aquí surge un problema: a veces, al querer demostrar que dos especies son distintas, se comete el error de comparar únicamente a los individuos más alejados geográficamente, para acentuar artificialmente su divergencia.

Esto puede ocurrir por omisión o, peor aún, por conveniencia. El resultado: se ignoran las poblaciones intermedias —las que verdaderamente cuentan la historia del mestizaje— y se genera una interpretación sesgada de la diversidad.
Además, se subestima la capacidad de dispersión de estos animales. Hay quienes argumentan que ciertas islas son barreras definitivas… pero los cocodrilos pueden nadar decenas, incluso cientos de kilómetros en el mar.

¿Cómo sostener, entonces, que un canal de 12 kilómetros bastaría para detener el flujo genético? Este tipo de omisiones tiene consecuencias reales en la forma en que entendemos —y protegemos— a estas especies.

Foto: José Alberto de la Luz García de León para NatGeo Hub México

De la evolución a la intervención: los híbridos del Pacífico

Hasta hace poco, se pensaba que la hibridación ocurría solo en el Caribe mexicano. Sin embargo, nuevos estudios han detectado poblaciones híbridas también en el Pacífico, en lugares como las Lagunas de Chacahua, Oaxaca, y Alcuzahue, Colima, donde domina C. acutus.

Pero aquí hay un giro inquietante: estas zonas de hibridación no son naturales. En muchos casos, ejemplares de C. moreletii fueron llevados a estas regiones como parte de programas de manejo en Unidades de Manejo Ambiental (UMAs), y posteriormente escaparon o fueron liberados por eventos climáticos extremos, como ciclones.

El resultado fue un cruce no previsto entre especies que no habrían coincidido en esas regiones sin intervención humana. Hoy, estas poblaciones híbridas están en expansión. ¿Hasta dónde? No lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que este tipo de hibridación, a diferencia de la del Caribe, es un efecto directo de decisiones humanas.

Foto: José Alberto de la Luz García de León para NatGeo Hub México

Y si no se documentan cuidadosamente estos antecedentes, en el futuro podrían surgir interpretaciones científicas incorrectas. ¿Qué pasará cuando un investigador, lejos en el tiempo, analice solo los datos genéticos y concluya —erróneamente— que los cocodrilos cruzaron el país de costa a costa por su cuenta? ¿O que siempre hubo híbridos en ambas costas?

Sin la historia, los datos se vuelven peligrosamente incompletos.

Más que fósiles vivientes

Los cocodrilos, esos supuestos “fósiles vivientes”, nos están enseñando algo radical: no han sobrevivido millones de años siendo estáticos, sino adaptándose, hibridándose, reinventándose.

La hibridación no los ha debilitado. Al contrario: en algunos contextos, ha generado linajes más resistentes, más plásticos, más adecuados para sobrevivir los cambios.

Y esa lección va más allá de la biología. En un mundo que enfrenta crisis ecológicas, migraciones forzadas, pérdida de hábitat y colisiones entre lo natural y lo artificial, los cocodrilos nos enseñan a mirar la mezcla no como amenaza, sino como posibilidad. Como una de las múltiples formas que tiene la vida para persistir.

Foto: José Alberto de la Luz García de León para NatGeo Hub México

Epílogo: El mestizaje como futuro

En México, un país forjado en el cruce de caminos, de culturas, de genes, no deberíamos temer al mestizaje. Deberíamos entenderlo. Documentarlo. Y sobre todo, respetarlo.

La historia de estos cocodrilos —ancestral y reciente, natural y provocada— es un espejo de nuestras propias contradicciones. Una advertencia de nuestras acciones, sí, pero también una celebración de la diversidad, de la complejidad, y de esa misteriosa fuerza que llamamos evolución.

Porque, a veces, los monstruos más antiguos son los que mejor entienden cómo sobrevivir al futuro.

Foto: José Alberto de la Luz García de León para NatGeo Hub México

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* Gualberto Pacheco Sierra es biólogo, doctor en ciencias y explorador mexicano de National Geographic desde 2019. Estudia cocodrilos, evolución y genética, pero también las historias profundas que estos reptiles cuentan sobre el tiempo, la adaptación y nuestra relación con la vida salvaje. Cree que la ciencia no solo debe responder preguntas, sino también reconectarnos con el asombro por la naturaleza.

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