Mossack – Fonseca: 40 años de vender secretos
Archivos muestran lista de clientes que incluye a narcotraficantes, miembros de la mafia, políticos corruptos, evasores de impuestos y delitos generalizados.

Por Martha M. Hamilton, con aportes de: Rigoberto Carvajal, Emilia Díaz-Struck, Cecile Schillis-Gallego, Mar Cabra, Mago Torres y Sol Lauría
Mossack Fonseca es una firma panameña que durante 40 años ha vendido servicios financieros basados en la secrecía, incluso para clientes que han resultado ser delicuentes, miembros de las mafias, narcotraficantes, políticos corruptos y evasores de impuestos.
El Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) obtuvo 11 millones de documentos que revelan el funcionamiento de Mossack Fonseca desde 1977 hasta 2015, los cuales hablan sobre propiedades offshore de individuos y compañías de más de 200 países.
Hoy, es considerado uno de los cinco mayores proveedores de secreto offshore en todo el mundo. Tiene más de 500 empleados y colaboradores en más de 40 oficinas alrededor del mundo, incluyendo tres en Suiza y ocho en China.
Gráfico: factcheckargentina
Las raíces
La empresa Mossack Fonseca nació en 1986, cuando Ramón Fonseca y Jürgen Mossack (panameño de origen alemán) juntaron sus firmas de abogados.
Fonseca nació en Panamá en 1952 y estudió derecho y ciencia política en la Universidad de Panamá y la London School of Economics.
En su juventud, recordó una vez, quería salvar el mundo, primero quiso ser sacerdote y luego trabajó durante cinco años para las Naciones Unidas en Ginebra.
“No salvé nada, no logré ningún cambio”, dijo en una entrevista televisiva en 2008. “Entonces decidí, ya un poco más maduro, dedicarme a mi profesión, tener una familia, casarme y vivir una vida normal… Al envejecer, uno se vuelve más materialista”.
Por otro lado, Mossack nació en Alemania en 1948. Se mudó a Panamá con su familia a principios de la década de 1960.
El padre de Mossack fue miembro de la Waffen-SS, el brazo armado del Partido Nazi durante la Segunda Guerra Mundial, según archivos de inteligencia del Ejército de Estados Unidos obtenidos por ICIJ.
Los archivos de inteligencia dicen que el padre de Mossack acabó estableciéndose en Panamá, donde se ofreció como espía de la CIA, ante la actividad comunista en Cuba.
Tras conseguir un título de derecho en Panamá en 1973, el hijo de Mossack trabajó como abogado en Londres. Después regresó a su país para abrir la firma que terminaría convirtiéndose en Mossack Fonseca & Co.
Hoy, los socios fundadores se mueven en los círculos más altos de la sociedad panameña.
Además de ser un abogado, Fonseca es un novelista galardonado. Entre sus libros está “Mister Politicus”, un thriller político que, según dice su sitio web literario, “articula el complicado proceso que funcionarios inescrupulosos emplean para ganar poder y lograr sus detestables ambiciones”.
Fonseca conoce el mundo de la política por su trabajo, pues hasta hace poco era asesor del presidente panameño Juan Carlos Varela.
A principios de marzo Fonseca anunció que se tomaba un descanso de esa posición, luego de alegatos de corrupción en la oficina de la firma en Brasil. Tomó ese paso, según dijo, “para defender mi honor, a mi firma y a mi país”.
Las propiedades de Mossack, según los archivos obtenidos por ICIJ, incluyen una plantación de tecas (un tipo de madera) y otros terrenos, un helicóptero ejecutivo, un yate llamado Rex Maris y una colección de monedas de oro.
Abriéndose camino en el mundo
Mossack Fonseca llegó en un momento difícil en la historia de Panamá. El país enfrentaba inestabilidad política y económica bajo la dictadura del militar Manuel Noriega, quien llamaba estaba envuelto en lavado de dinero y narcotráfico.
En 1987, con una Panamá ensombrecida, Mossack Fonseca dio su primer gran paso en el extranjero, estableciendo una sucursal en las Islas Vírgenes Británicas, que años antes había pasado una ley que facilitaba establecer compañías offshore sin revelar públicamente a los dueños y directores.
Foto del ministro de Finanzas de las Islas Vírgenes, Orlando Smith, con representantes de Mossack Fonseca, en septiembre 2012.
“Mossack Fonseca fue la primera en venir de Panamá a las Islas Vírgenes Británicas, y otros le siguieron”, dijo en 2014 Rosemarie Flax, una veterana directora de Mossack Fonseca.
Hoy, las Islas Vírgenes Británicas albergan a cerca de 40 por ciento de las compañías offshore del mundo.
Cuentos del Pacífico Sur
En 1994 Mossack Fonseca cambió la historia de la diminuta nación de Niue, una isla del Pacífico Sur con menos de 2 mil habitantes, al ayudar a cambiar la legislación que permitía las compañías offshore.
Mossack apostó por esta isla porque quería ubicarse en la zona horaria Pacífico asiático y porque no tendría competencia.
La empresa panameña firmó un contrato de 20 años con el gobierno de Niue por derechos exclusivos para registrar compañías offshore.
En 2001, Mossack Fonseca aportaba mil 6oo millones del presupuesto anual de toda la isla, estimado en 2 mil millones.
Ese mismo año, el Departamento de Estado de Estados Unidos cuestionó los “inquietantes acuerdos” entre Niue y Mossack Fonseca y advirtió de que la industria estaba “vinculada al lavado de ganancias criminales de Rusia y Sudamérica”.
La Fuerza de Tarea de Acción Financiera, una organización intergubernamental establecida por grandes naciones para combatir el lavado de dinero, puso a Niue en una lista negra de jurisdicciones que no tomaban pasos para prevenir el lavado de dinero, amenazando con sanciones económicas.
Aunque Mossack negó que Niue estuviera involucrada en lavado de dinero, en 2001 el Banco de Nueva York y Chase Manhattan impusieron embargos sobre las transferencias de dólares a Niue. En 2003, la isla se negó a renovar a cuatro compañías incorporadas por Mossack Fonseca, señalando que estaría cerrando la franquicia exclusiva de la firma.
Cambiando operaciones
Perder a Niue no frenó a Mossack Fonseca. Simplemente alentó que las campañías se pasaran a Samoa.
De hecho, es una de las características más importantes de la firma: frente a las adversidades, se adapta rápidamente y halla otros lugares para trabajar.
El rompecabezas
Los verdaderos dueños de las compañías que registra Mossack Fonseca pueden esconderse tras prestanombres proveídos por la misma firma.
Dependiendo de cuánto pague un cliente, puede crearse una red con más de una jurisdicción secreta y al menos una compañía anónima.
Por ejemplo, el registro de una empresa en Bahamas puede estar a nombre de una fundación en Holanda; esta fundación en Holanda puede estar a nombre de un fideicomiso en las Islas Vírgenes Británicas, el fideicomiso puede estar registrado en Panamá a nombre de una compañía en las Bahamas…
Manejo del tiempo
En los archivos queda claro que Mossack Fonseca ha cambiado las fechas de documentos cuando un cliente está en problemas, lo que ayuda a esconder bienes o incluso identidades.
En algunos casos modificó los registros de directores con fechas posteriores a su ejecución. Cuestionado sobre este asunto, el despacho dijo que es una práctica común, que a veces refleja la fecha de una decisión tomada antes de que fuera registrada.
El más buscado
Mossack Fonseca dice que “conduce exhaustivas evaluaciones para verifical la legitimidad de cada uno de nuestros clientes” y que nunca trabajaría con políticos corruptos, criminales u otros personajes dudosos, pero los registros internos de la firma pintan una imagen distinta.
Un análisis del ICIJ descubrió que Mossack Fonseca ha trabajado con al menos 33 compañías y personas en la lista negra de las autoridades de Estados Unidos por sus vínculos con el terrorismo, el tráfico de drogas o porque ayudaron a regímenes como Corea del Norte e Irán.
Los archivos dicen que Mossack Fonseca se aferró a clientes que le pagaban grandes cantidades de honorarios, incluso si estos clientes eran perseguidos por las autoridades.
A la defensiva
A pesar de la notoriedad de algunos de sus clientes, Mossack Fonseca ha conseguido mantener un perfil notablemente bajo. The Economist la llamó “Mossack Fonseca, la empresa de boca cerrada” en un artículo de 2012 sobre intermediarios offshore.
En julio de 2012, la compañía contrató a Mercatrade, una compañía de “control de reputación en línea” para borrar artículos en internet que los relacionaran con las palabras: “Lavado de dinero, lavado de activos, evasión fiscal, fraude fiscal, Delito, Trafico de armas, Money Laundering, Tax Evasion, Tax Fraud, dirty Money, scandal, escándalo.”
Desde entonces, Mossack Fonseca ha trabajado con una de las más poderosas agencias de relaciones públicas del mundo, Burson-Marsteller, que se especializa en representar a clientes controversiales, incluyendo a dictadores de Argentina, Indonesia y Rumania.
A pesar de sus esfuerzos en relaciones públicas, las naciones han comenzado a mirar más de cerca las prácticas de Mossack Fonseca.
En 2012 y 2013, reguladores de las Islas Vírgenes Británicas endilgaron a la firma con una serie de multas por violar las reglas contra el lavado de dinero del país, incluyendo una pena de 37 mil 500 dólares por no evaluar adecuadamente a un cliente de “alto riesgo”.

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