‘Con el Frente, más presupuesto y seguro social para el sector cultural’: Raúl Padilla
El encargado de diseñar la política cultural de Ricardo Anaya expone sus propuestas de campaña.
El enlace y artífice de la política cultural de la coalición Por México al Frente, el Raúl Padilla, ex rector de la Universidad de Guadalajara, fundador de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Con formador de historiador, el funcionario se ha desempeñado también como presidente del patronato del Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
En entrevista, plantea modernizar la política cultural. Conseguir, de manera gradual, que el sector obtenga el 1% del presupuesto; descentralizar los apoyos e infraestructura; conseguir seguridad social para al menos la mitad de los creadores; y buscar que el libro de texto gratuito sea producido por las editoriales privadas.
No obstante, y pese al diseño de las propuestas en materia culturar para la campaña de Ricardo Anaya, Padilla se auto descarta para en caso de ganar, ser titular de la Secretaría de Cultura federal.
¿Por qué sumarse al equipo de Ricardo Anaya?
Por su personalidad e interés por la cultura. Es un gran lector y sabe apreciar las bellas artes. Entiende la cultura como herramienta para los cambios que requiere el país. La oferta del Frente me parece interesante, progresista y viable.
¿Concibe una reforma cultural estructural tal como lo plantea el especialista Eduardo Cruz?
Sin duda. La política cultural mexicana requiere una reforma de fondo. Somos un país de creadores sobresalientes, sin embargo, la política cultural y el andamiaje institucional para apoyarlos se queda pequeño. El primer referente obligado es el presupuesto. Ahí podemos ver el interés de los gobernantes hacia el sector. En el ámbito federal se le dedica el 0.3% del presupuesto, mucho menos de lo que se le destinaba al principio de la administración. En términos reales ha disminuido 33%. A mediados de la década pasada llegaba al 0.5%, insuficiente todavía de acuerdo con las recomendaciones de organismos internacionales. El mínimo recomendado es de 1%.
Con esta inversión se aporta 3.6% al Producto Interno Bruto…
Este índice del Inegi se refiere al registro fiscal. Yo prefiero tomar el cálculo realizado por Ernesto Piedras, quien ubica la aportación en el 7.6%. Se calcula que la economía informal de un país aporta entre el 30 y 40% del PIB. Sin tomar en cuenta a la piratería mucha de esta economía depende de la cultura, pensemos en los conciertos, en las artes escénicas independientes o en la venta de pinturas en el mercado informal. A ello agreguemos la actividad de universidades como la UNAM, el Politécnico o la Universidad Veracruzana; y la inversión del sector privado. Un dato para destacar es la balanza comercial. La industria cultural importa apenas el 6% de sus insumos y exporta el 12% de lo que produce. Sin embargo, las industrias culturales no están mencionadas en la Ley de Cultura y tampoco hay un andamiaje institucional con la Secretaría de Economía.
¿Cuáles son sus propuestas en este sentido?
Nuestra propuesta está siendo elaborada con la comunidad cultural. Hacemos énfasis en una política integral, es decir que no se limite a las bellas artes. La propuesta de Ricardo Anaya es ir más allá: abordar la cultura alternativa, las culturas populares y otros rubros no contemplados, como el diseño o la gastronomía. Consideramos importante impulsar la descentralización. Actualmente el Instituto Nacional de Bellas Artes de nacional tiene poco. De los 105 inmuebles registrados por el INBA, 82 están en la ciudad de México. Del 100% de sus producciones, el 90% son para consumo y disfrute de los capitalinos. El 52% de los apoyos que entrega el FONCA se quedan en esta ciudad. Otro eje es concebir a la cultura como un motor de desarrollo humano. Buscaremos dotar a los creadores de certezas laborales, el 70% de ellos no tienen ningún tipo de seguridad social.
¿Es un compromiso de campaña la seguridad social para los creadores?
Es un reto. Los jóvenes creadores deben tener mínima seguridad laboral, prestaciones y estabilidad. Uno de nuestros compromisos es cuando menos dar seguro social a la mayoría de los creadores.
¿Pero cómo hacerlo porque esto implica a las secretarías de Hacienda y del Trabajo?
Implica políticas transversales entre las distintas secretarías involucradas. Todo aquel trabajador gubernamental dentro del sector cultural necesita certeza laboral. Cuando se creó la Secretaría de Cultura se tendría que haber hecho una reingeniería, pero no fue así. Hay que encontrar un mecanismo vía regulaciones fiscales para que quienes contraten por medio de incentivos gubernamentales, ofrezcan seguridad laboral. Son apoyos que pasan por empresas productoras que a su vez deben asegurar a sus trabajadores.
¿Cómo hacerlo si contratan a los trabajadores por proyecto y esto dura semanas?
Puede haber herramientas normativas por proyecto o empresa. Incluso el mismo creador después puede tener un mecanismo para seguir pagando su seguro mientras tiene otra contratación. Además, tendría que haber un fondo para que el Estado haga aportaciones. No se trata de un Estado benefactor sino de dar certezas a los creadores. Ahora estamos en el análisis del andamiaje normativo para que al menos la mitad de los artistas tenga seguridad social.
¿Dentro de la reingeniería de la Secretaría de Cultura, ve al INAH e INBA como subsecretarías?
Empezaría por analizar el estatus jurídico de ambas dependencias y del FONCA, a este último hay que darle certeza jurídica. Se revisará si el estatus de instituciones desconcentradas es lo mejor. Yo apuntaría a una valoración con la comunidad cultural. Ver si conviene que se refunden con figuras jurídicas estables, autónomas y descentralizadas, que les permita les permitan mayor margen de maniobra y que sean dotadas con órganos de gobierno como funcionan los Organismos Públicos Descentralizados. Lamento que la creación de la secretaría no se aprovechara cuando menos para evitar duplicidades pareciera que solamente cambiaron el nombre de Conaculta a Secretaría de Cultura. La constante de las instituciones culturales es que la mayor parte de su presupuesto, el 76%, se va en gastos administrativos y el resto a la creación, educación e investigación artística. La ecuación debería ser a la inversa.
¿Esto implicaría reducir plazas laborales?
No, por eso necesitamos subsanar el rezago presupuestal. Una primera meta del Frente es triplicar el presupuesto en cultura de manera gradual. No hablamos de quitar a nadie, sino eliminar el burocratismo. La cuestión es reubicar a la gente y como el presupuesto se va a incrementar se redistribuirá mejor. Con este panorama abriremos 40% más sitios arqueológicos y crecerán en un 300% las escuelas de educación artística. Necesitamos incrementar los presupuestos de los apoyos como el Eficine o Efiartes, en un cien o doscientos por ciento. Esto ocasionara mayor obra artística y a la vez infraestructura.
¿Cómo mejorar las condiciones del cine mexicano para que pueda llegar más y mejor a la pantalla?
Hace treinta años Brasil producía dos o tres películas al año. Hicieron ajustes legales y hoy producen casi doscientas películas que ocupan poco más del 25% de las pantallas. A nosotros nos falta es atender la distribución y exhibición. Nuestra meta será volver a los indicadores de la época de oro del cine mexicano.
¿Pero cómo hacer para que lleguen a pantallas sin atacar a los exhibidores?
Los exhibidores tienen algo de razón al no querer mantener películas realizadas con un Eficine pauperizado. Por eso los estímulos deben ser consistentes para los buenos proyectos. Esto repercutirá en la pantalla y generará mercado. El Estado mexicano usa los apoyos con una perspectiva clientelar: dar poquito para dejar contentos a varios. Es un error. El volumen de estos fondos debe ser tres o cuatro veces mayor y se deben repartir de manera consistente. Cuando un apoyo fiscal va a un rubro de industria al final del proceso el Estado recupera al menos la mitad de lo que dejó de recibir gracias a mecanismos como el impuesto sobre la renta. La producción genera insumos, paga iva, y si la película es exitosa regresa hasta el cien por ciento.
¿Se necesita revisar la Ley de Patrimonio?
Nosotros queremos una visión más dinámica para patrimonio. Vemos ahí la mejor herramienta para retomar nuestra gama de identidades. El patrimonio se tiene que investigar y disfrutar. Por eso vamos más allá de las metas de conservación. Coyunturalmente un compromiso es atender a los inmuebles dañados por los sismos, incluyendo a los no inventariados, pero queremos hacer énfasis en la investigación para que sea motivo de disfrute y conocimiento. En este sentido sí se revisaría la ley.
¿Se abriría a la iniciativa privada?
Sí y no. El patrimonio histórico es donde está y como está. Necesitamos generar de conservación y goce. Otra cosa es la infraestructura que se tiene que generar y ahí el sector privado puede jugar un papel importante. Si quieres ir a Palenque tienes dos o tres hoteles nada más, llegar ahí es un suplicio cuando podría aprovecharse más. Se requiere infraestructura hotelera o vial.
¿Espectáculos en sitios arqueológicos?
Depende, personalmente he apoyado la realización de conciertos de Plácido Domingo en sitios arqueológicos porque no creo que quiten nada al lugar. Es decir, no lo veo como tabú, siempre que se conserve en perfectas condiciones el patrimonio.
¿Propondría la revisión de la Ley del libro?
Necesitamos una ley más moderna. Conviene es que el Estado no sea editor y apoye a la industria editorial. La gratuidad del libro de texto no entra en polémica, en un país pobre como el nuestro necesita serlo, el tema es quién lo produce. Creo que lo tiene que hacer la iniciativa privada y donde se tenga que regalar entonces sí, el Estado lo adquiere para regalarlo. Pero eso no implica que el libro de texto tenga que ser único, somos un país diverso y con identidades diferentes. Esa sola medida relanzaría a la industria editorial. El Precio único fue un avance, pero quien a quien no lo cumple no le pasa nada. Necesitamos también ofrecer incentivos fiscales, pero para eso necesitamos modificar la visión tecnocrática. Todos los países con industrias editoriales sólidas pasaron por periodos de apoyo a productos culturales con incentivos fiscales; y una vez que logran hacer un mercado paulatinamente lo van retirando.
¿Por qué en caso de ganar Ricardo Anaya, usted se descarta para la Secretaría de Cultura?
Porque hay gente muy valiosa en el país. Desde hace tiempo decidí no volver a incursionar en puestos públicos. Además, no podría apoyar más a la FIL de Guadalajara o al Festival de Cine de Guadalajara. Hace quince años lo habría aceptado, pero acepté apoyar a Ricardo Anaya porque es un hombre que me convence.