Calaveritas dedicadas a Jorge Ibargüengoitia, María Félix, Leonora Carrington y la Catrina
Con autorización de Melissa Jamín Beyer y Jesús Guajardo de los Santos, ofrecemos a nuestros lectores algunos de los textos e ilustraciones incluidos en ‘Morir a la mexicana’.
La escritora mexicana Melissa Jamín Beyer dota a sus textos de buen humor, historia y admiración. A continuación ofrecemos a los lectores de Aristegui Noticias algunas de las piezas incluidas en su libro Morir a la mexicana.
Jorge Ibargüengoitia
Es oriundo de Guanajuato este peculiar escritor,
quien sin duda era poseedor de un distintivo candor
criado entre puras mujeres, querían que fuera ingeniero,
¡Pues ansiaban que el joven varón las sacara del atolladero!
Pero optar por filosofía y letras fue su invariable decisión
aunque a su madre y a las tías, causó gran desilusión.
Pupilo de Usigli en la UNAM, ser dramaturgo quería
estar cerca de las letras ¡lo llenaba de alegría!
En la universidad conoció a otra joven estudiante
¡Quien tenía una apariencia por demás horripilante!
Pero muy talentosa escritora también ella era
un problema tenía… ¡siempre cargaba con su licorera!
Ser buena amiga de Jorge ella ante todos pretendía,
¡Aunque la envidia por el joven por dentro la corroía!
Fue distinguido becario del Centro Mexicano de Escritores
y en la Fundación Rockefeller, tuvo grandes instructores
muchas oportunidades de estudiar con becas recibió
y más delante, con sus textos, buen ingreso percibió.
En los sesenta “El atentado” a Jorge en las letras consagró,
el Premio Casa de las Américas con su buen texto logró
después de eso optó mejor por convertirse en novelista
“Los relámpagos de agosto” mostró su estilo vanguardista:
a través del ingenio humorístico y de su sátira audaz,
¡Del gobierno mexicano hizo una crítica mordaz!
Fue figura emblemática en la literatura mexicana,
aunque muchos políticos lo veían con mala gana
con el paso del tiempo Jorge más obras publicó,
episodios de la historia sin tapujos criticó.
“Los pasos de López”, “La ley de Herodes” y “Las muertas”,
son algunas de sus obras narrativas más perfectas
artículos periodísticos y cuentos infantiles también escribió,
en un autor polifacético este hombre se convirtió.
De Coyoacán se fue a París del brazo de su esposa,
Joy Laville, pintora inglesa, y una dama primorosa
que ilustró las portadas de algunas de sus obras,
libros valiosos que de México narran muchas historias.
Mientras Jorge en Europa muy prolífico se volvía,
había alguien allá afuera que aún lo resentía
esa amiga de la universidad a quien nadie hacía ya caso,
¡Su carrera literaria había sido un tremendo fracaso!
Por envidia y en secreto le lanzó una maldición,
que al final habría de ser su irrevocable perdición:
“Cuando el éxito te encuentre ya volando en las alturas
te bajaré de vuelta conmigo a la calle de las amarguras”.
Si el pobre Jorge aquel cruel augurio hubiera escuchado
de cualquier viaje en avión ¡fácil se hubiera retractado!
En 1983 voló a Colombia a un encuentro de escritores,
al que asistirían autores latinos de conocidos fulgores
pero en vez de aterrizar sano y salvo en su destino,
aquel fatídico día su mala suerte le contravino
el avión se estrelló en Madrid muy cerca del aeropuerto,
en menos de un santiamén ¡Jorge ya estaba muerto!
María Félix
Un 8 de abril en Álamos, Sonora
con mezcla de sangre yaqui y española
nació la niña María Félix Güereña,
belleza mexicana de tez trigueña.
De los once hermanos que ella tenía,
era Pablo a quien más ella quería
porque él siempre la consentía,
y todos sus caprichos le concedía.
Pero a Pablo un día lo enviaron
a un colegio militar
sin imaginar que la Calaca,
una dama alta y flaca,
allí lo comenzaría a tentar.
Cuando María se enteró
que Pablo al Más Allá se adelantó,
para ahogar su pena se emborrachó
y por tantos días enteros lloró
que hasta a la misma Llorona espantó.
Por vengarse de la Flaca,
y porque tenía tremenda resaca
María hizo un juramento,
que incluyó en su testamento:
“Ay Calaca ¡qué canalla!
mataste a mi hermano en batalla
pero aquí y ahora te digo,
que por cruel yo te maldigo
desde ahora en adelante,
tendré siempre un buen semblante
cuando a mí me quieras arrastrar,
no me dejaré tan fácil llevar”.
Elegancia, porte y belleza singular,
hacían de María una dama peculiar
cuando en las calles “la Doña” paseaba,
y coqueta al caminar se contoneaba
a todos los hombres cautivaba,
¡Con su mirar los hechizaba!
María pronto se hizo notar,
cuando en películas comenzó a actuar
el Siglo de Oro del cine en México protagonizó,
para pintores famosos ella posó
¡Y hasta un libro de su vida publicó!
Varias cosas ella coleccionaba:
Pieles, pinturas, joyas y plata atesoraba
muchos regalos siempre le enviaban,
la infinidad de hombres que la cortejaban.
Todas las mujeres odiaban a María
pues al pasar el día con día,
más hermosa y elegante se volvía,
y la Muerte, de envidia enfurecía
pues sus joyas y abrigos de piel deseaba,
su gran fortuna codiciaba
su esbelta figura le envidiaba
y su suerte con los hombres anhelaba.
La Calaca también quería ser artista,
sin embargo, ella nunca fue muy lista
y un día buscó a María para pedirle consejos,
pero como la Flaca tenía muchos complejos
la Doña se mostró muy pesimista,
y mejor la recomendó de maquillista
en el estudio de un profesionista
donde podría desde abajo comenzar,
y eventualmente en el cine triunfar.
La Flaca a María le agradeció su apoyo,
y le prometió no llevarla pronto al hoyo
más años de vida le proporcionó
y todas sus deudas también le condonó.
De sus cuatro matrimonios,
con hombres que eran como demonios
María Félix solo tuvo un hijo,
a quien el cura del pueblo bendijo
dándole “Enrique” por nombre,
quien se convertiría en un gran hombre.
Enrique tuvo sólo una novia,
una chica llamada Maclovia
que no sólo era dientona y pelona
sino horrenda y muy tremenda
la última vez que se les vio
caminando por la calle,
Enrique abrazaba a Maclovia del talle
de pronto llegaron a un cementerio,
y de esa forma se solucionó el misterio:
Esa Flaca no era otra más que la Calaca,
que con engaños lo había atrapado,
y sin piedad lo tenía encadenado
para que por siempre estuviera a su lado.
Cuando María se enteró de la partida de su hijo,
nuevamente a la Muerte ella maldijo
e incontables veces sin pudor le dijo
que por llevarse a sus hombres más queridos,
diera sus sueños artísticos por perdidos.
Al ver su carrera truncada,
la ira de la Pelona estaba desatada
muy pronto se enfureció,
a su anhelo de fama renunció
y un suceso trágico después aconteció.
María falleció mientras dormía,
88 años ella tenía
y aunque parecía ser muy fuerte,
su cuerpo en la cama yacía inerte,
y a pesar de que en su vida tuvo suerte
finalmente ella cedió ante la Muerte.
Leonora Carrington
Un 6 de abril en Lancashire, Inglaterra
nació Leonora en un hogar acaudalado,
una artista cuyas obras hoy son un gran legado
y para quien México fue su segunda tierra.
Ingresó en la Academia Ozenfart de Artes,
donde las estudiantes eran finas y elegantes
su amiga Zenobia era escuálida y muy flaca,
¡Tenía un asombroso parecido a la Calaca!
Las otras chicas le tenían mucho miedo,
pero a Leonora eso no le importó un bledo
se convirtieron en amigas inseparables,
vivieron asombrosas aventuras incontables
hasta que a Zenobia la sacaron de la escuela,
su madre argumentó falsamente que ella padecía viruela,
lo que la chica soñaba era escribir una novela
pero no le quedó de otra más que cooperar,
y aprender a tomar las riendas del negocio familiar
para que frío y hambre no tuvieran que pasar.
Así fue que las amigas se separaron,
con pesar se despidieron y nunca pensaron
que el destino algún día habría de reunirlas,
cuando la Huesuda comenzara a perseguirlas.
Leonora siguió viviendo en Londres,
y aunque no convivía con muchos hombres
uno de ellos la introdujo al movimiento surrealista,
Max Ernst le mostró la vida del artista
y Leonora perdidamente de él se enamoró
huyó de casa y hasta Francia lo persiguió.
A Miró y a Bretón usualmente frecuentó,
a Picasso y a Dalí con su plática encantó
en el café Les Deux Magots se reunían,
mientras “La casa del miedo” ella escribía
fue colaboradora activa de un movimiento antifascista,
pues ella jamás se caracterizó por ser racista.
Aunque París era como la Tierra Prometida,
la dicha de Leonora fue pronto interrumpida
cuando Hitler declaró a Ernst como enemigo,
sin piedad alguna le mandó buscar castigo
las tropas alemanas llegaron a apresarlo,
y el movimiento nazi logró condenarlo.
Leonora no pudo contener el llanto,
sus lágrimas eran un afligido canto
ante la invasión nazi en Francia huyó a España,
abatida y desolada, su mente hecha una maraña
a un manicomio en Santander fue a dar,
para que su depresión le intentaran curar
en el hospital no recibió más que injurias
y vio que los enfermos, vivían en las penurias.
Estando ya Leonora al borde de la locura,
hubo una enfermera que la trató con ternura
no era otra que su compañera Zenobia,
a quien habían plantado ya con velo de novia
y en los libros de medicina encontró consuelo,
para lidiar con su amargado y triste duelo.
Leonora suplicó a su amiga “llévame contigo”
Zenobia le dijo “no, la vida no es un castigo”
le juró que algún día regresaría por ella,
pero que entonces era tiempo de ser bella
de triunfar en el mundo del arte,
y de estar al lado de un hombre galante.
Leonora se escapó del nosocomio,
se libró de la soledad del manicomio
a la Embajada de México en Portugal pidió refugio,
conquistó a Renato Leduc mediante un artilugio
y pronto logró con él desposarse,
para luego a Nueva York mudarse
y finalmente en México asentarse.
La pareja llegó en 1942 a México,
Leonora pronto dominó nuestro léxico
conoció a Diego Rivera y a Frida Kahlo,
se reencontró con su amiga Remedios Varo.
De Leduc al poco tiempo se divorció,
mas su arte en su esplendor pronto floreció
pintó cuadros oníricos y mágicos,
algunos de ellos mostraban pasajes trágicos
“La giganta”, “El laberinto” y “El despertar”
son sólo algunos que hoy quiero nombrar.
Era amiga del cineasta Luis Buñuel,
pero a su esposo Emericz Weisz siempre fue fiel
él era un fotógrafo húngaro-judío,
quien nunca se metió en ningún lío
y juntos procrearon a Pablo y a Gabriel,
con quienes eran tan dulces como la miel.
En México logró una larga vida disfrutar
el Palacio de Bellas Artes la llegó a galardonar,
pero a sus 94 años Leonora sintió un fuerte malestar
con neumonía fue internada en un hospital,
pero ya nadie pudo solucionar su mal.
Dicen que en el hospital recibió una última visita
una dama alta y pálida, con quien ya tenía una cita
parecían muy felices de reencontrarse,
porque no dejaban de abrazarse
las vieron de la mano alejarse por el pasillo,
ese fue su final: tierno pero sencillo.
Leonora es la última surrealista,
fue mujer rebelde, luchadora y artista
su alma ya se ha ido y descansa en paz,
en México siempre recordaremos su bella faz.
Tributo lírico a La Catrina
Hoy dedico yo estas líneas a una dama singular,
a quien en el mundo de los vivos no se le permitió morar
es delgada y elegante, la mala fama la envuelve
¡Señorón de Señoronas, que al origen nos devuelve!
Es producto de la imaginación de un artista sin igual
y actualmente de la Muerte es una imagen popular
José Guadalupe Posada grabó en metal su macabra creación,
la convirtió en un híbrido tétrico, de entre muerte y perfección.
Al principio no fue más que un rostro huesudo y elegante sombrero,
que acompañó versos y críticas de más de un dicharachero
pues muchos buscaban, con ingenio, a los políticos criticar
¡Sin ganar pase a las celdas, bajo cargo de despotricar!
“La Calavera Garbancera” era su nombre original,
aunque después Diego Rivera lo vendría a modificar
bautizándola con el sencillo mote de “La Catrina”
y la pintó en sus murales ¡como quien bien apadrina!
La Catrina no habrá sido una mujer de carne y huesos,
sin embargo a muchos vivos ¡su mero rostro los deja tiesos!
Siendo parte del imaginario colectivo del mexicano
¡Es capaz de doblegar hasta al más fuerte espartano!
Quién diría que esta Flaca a más de cien años de su creación,
sería el gran ícono mexicano de una cruel ensoñación…
de que a todos los vivos nos espera con ansias la Muerte
que aunque ahora parece irreal ¡es certeza irreverente!