Las bajas en las Fuerzas Armadas: de las deserciones a la mala conducta y los prófugos de la justicia
En 2023 se registraron 25,498 bajas totales en las filas del Ejército Mexicano por motivos como deserción, mala conducta y desaparición de sus integrantes. Entre esas bajas, destaca personal de fuerzas especiales que en el pasado se han integrado a las filas del crimen organizado.
Por Ana Lilia Pérez
Año con año miles se enlistan y otros dejan las filas de la milicia. Las Fuerzas Armadas es de los sectores con mayor variación en su personal activo. “El número de efectivos varía constantemente en virtud de las bajas y deserciones de efectivos que se presentan en el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos”, respondió la Dirección General de Personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), a una solicitud de información presentada para este trabajo periodístico.
De los datos proporcionados en dicha solicitud, se desprende el tipo y el número de elementos que han causado baja desde el periodo de 1985 y hasta el 30 de junio del 2024 en la Sedena, ya sea por causas como retiro, por haberla solicitado, mala conducta, deserción, por pasar a la reserva correspondiente, por quedar incapacitado en actos fuera del servicio (Artículo 24, fracción IV del ISSFAM), por rescisión de contrato, por desaparición, o por defunción, que son los motivos con los que se registran oficialmente las bajas en Sedena.
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Según la cifra más reciente, de enero a junio de este año se registraron 10,762 bajas de militares con grados de generales, oficiales y tropa. El mayor número corresponde a personal de tropa, con 10,235 elementos dados de baja; y de estos 5,444 se registró como rescisión de contrato; 2,207 por retiro; 1,268 por solicitar su baja; 1,130 por pasar a reserva; 367 por deserción; 188 fallecieron; 106 quedaron incapacitados; y por mala conducta se dio de baja a 52 elementos.
El año pasado se registraron 25,498 bajas totales, es decir, incluyendo todos los rubros; en 2022 fueron 15,364; en 2021, 15,365; en 2020, 15,999 y en 2019 fueron 12,411.
Las deserciones
Los registros estadísticos de bajas en la Sedena cuantifican desde el año 1985. Según sus cifras, el año con el mayor número de bajas fue en 1991, con 53,433 elementos, la mayor parte por deserción: 42,485. En tanto que 6,200 pasaron a situación de reserva; 2,756 solicitaron su baja, 1601 pasaron a retiro; 197 fallecieron; a 150 se les dio de baja por mala conducta y 44 quedaron incapacitados.
Aquellos años del salinismo se dieron también las mayores deserciones: de 11,578 elementos que desertaron en 1988, para 1989 la cifra subió a 13,960; a 15,774 en 1990; los ya mencionados 42,485 en 1991; 18,456 en 1992; 17,275 en 1993; 17,802 en 1994.
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En el zedillismo las deserciones también siguieron como uno de los principales motivos de baja entre las filas de la milicia: 12,426 elementos en 1995; 9,342 en 1996; 11,122 en 1997; 18,861 en 1998; 19,849 en 1999; 22,205 en el año 2000.
Luego, en 2001 se tuvo 15,870 deserciones; 15,503 al año siguiente; luego decreció a 14,744 deserciones en 2003, para volver a incrementar en 2004, con 18,257 deserciones, y 20,224 en 2005.
La mala conducta
Las bajas por mala conducta registraron los mayores números en 1997, con 441 casos, que se cuenta como la cifra récord en ese rubro. Hasta entonces, en las cifras más considerables por dicho motivo habían sido el año 1993, con 307 casos; 1994, con 348 casos; 1995, con 408 casos; 1996, con 354 casos; 1997 con los ya cifrados 441 casos; 1998 con 355 casos; 1999 con 347 casos.
De los años 2000 a 2018 sumaron 2498 bajas por “mala conducta”.
En la actual administración se tuvieron en 2019, 60 bajas por mala conducta; por el mismo motivo en 2020, 95 bajas; en 2021, 72 bajas; en 2022 116 bajas; en 2023, 153 bajas; y en lo que va del año, como se detalló antes, se han tenido 52 bajas en ese rubro.
Bajas por desaparición
En cuanto al rubro de baja por “desaparición”, en el año 2010 comenzaron a registrarse los casos, entonces se contabilizaron 8; en 2011, 22; en 2012, 15; en 2013, 67; en 2014, 130 casos, la cifra mas alta.
Las bajas en Semar
La Semar utiliza otros criterios para registrar la baja de sus elementos.
La Dirección General Adjunta de Control de Personal, adscrita a la Dirección General de Recursos Humanos, registra las bajas como: baja por proceso de fuero común, baja declarado prófugo de la justicia, baja por defunción, baja por resolución firme del Consejo de Honor, baja por edad límite; baja por faltar 3 días consecutivos a sus labores, baja por incapacidad, baja por no ser necesarios sus servicios; baja por sentencia ejecutada; baja por solicitarla; baja por término de contrato.
El número que aparece como dato abierto a través de su portal, comprende del año 2000 al 2024, periodo en que se han registrado 65,041 bajas, que incluyen todos los motivos descritos.
La mayor parte corresponde a “baja por solicitarla”, con 25,208 casos; seguido de baja por faltar 3 días consecutivos a sus labores con 25,131 casos; luego baja por cumplido [servicio] con 9,086 casos. En tanto que las bajas por resolución firme del Consejo de Honor suman 1,632 casos.
De los casos de elementos relacionados con asuntos judiciales: las bajas por proceso del fuero común suman 313; las bajas de declarados “prófugo de la justicia” 323 casos; y por sentencias ejecutorias 86 casos. En sus estadísticas registra además las bajas “por desaparición”, y se cifran 57 casos.
Para tener mayor precisión en las condiciones de baja de su personal, el procedimiento en los casos de deserciones, así como de los que registran “baja por desaparición” y conocer el curso administrativo y legal que se dio a cada caso, se solicitaron entrevistas tanto a la Sedena, como a la Semar, a través de las áreas de Comunicación Social de cada una de estas instituciones, pero hasta el cierre de esta edición aún no hay respuesta.
El adiestramiento especial
La vida en la milicia supone el entrenamiento en disciplinas diversas y el manejo de armas. Hay también adiestramiento mucho más especializado y para habilidades no sólo en el manejo de armamento con mayor potencia, sino la preparación para operaciones especiales en ambientes urbanos, selva, acuáticos, de montaña, tácticas de combate, paracaidismo en sus variantes, francotirador, buceo táctico, áreas de inteligencia, antiguerrilla, antiterrorismo y muchos otros conocimientos y entrenamiento que reciben comandos y fuerzas especiales mediante su preparación en el país, o en cursos que ofrecen los ejércitos de otros países.
La Fuerzas Armadas en México han incluido la formalización y operación de grupos con adiestramiento especializado, conocida en el ámbito castrense como la milicia de élite.
Las instituciones tienen registro del número de grupos de adiestramiento especial y de número de elementos que han participado en cursos especiales para milicia de élite en el extranjero (con otros ejércitos), no así de cuantos de ellos han dejado las filas de las Fuerzas Armadas, ni tampoco bajo qué situación.
Información obtenida para esta investigación indica que en el periodo de 1995-2002 Sedena tuvo 10 Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales de Región Militar; del periodo 1997-2002 tuvo 40 Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales de Zonas Militares; de 1998-2003 tuvo 10 Grupos Anfibios de Fuerzas Especiales de Región Militar, y del periodo 1998-2013, 21 Grupos Anfibios de Fuerzas Especiales de Zonas Militares, sin que se precise el número total de militares con este tipo de adiestramiento.
A su vez, en el periodo de 1990 a 2018, fueron 916 militares quienes realizaron cursos de cuerpos especiales mediante programas de becas nacionales y en el extranjero en Alemania, Argentina, Belice, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, China, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, España, Francia, Guatemala, Guyana Francesa, Nepal, Perú, Uruguay y Venezuela.
En 2019, 14 militares fueron enviados a realizar cursos de cuerpos especiales en Chile, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, España, Guatemala, Nepal, Perú y Uruguay; y a partir de 2020 los cursos de adiestramiento en el extranjero ya no se incluyeron en los programas.
Pero en el caso del personal adscrito a la Semar, si hay efectivos que fueron enviados a adiestramiento especial en años recientes.
Según información proporcionada por el Estado Mayor General de la Armada y la Unidad de Operaciones Especiales, en el año 2022, fueron dos elementos quienes viajaron a Cursos de adiestramiento militar para fuerzas especiales y/o comandos en Estados Unidos; en 2023, otros dos lo hicieron a Guatemala; y este año un elemento viajó a Colombia, y uno a Francia.
No hay registro específico de cuantos de los elementos que han recibido adiestramiento especial han dejado las Fuerzas Armadas.
La áreas de personal de manera genérica aglutinan sólo los grados en bajas, no así su nivel de adiestramiento, lo cual podría contribuir a que se haga alguna supervisión o seguimiento al tipo de actividades que realizan una vez que están fuera de las Fuerzas Armadas, particularmente quienes han sido parte de esas fuerzas especiales, sobre todo si se considera el contexto del crimen organizado en búsqueda permanente de perfiles entrenados.
Mediante solicitudes de información se preguntó a ambas dependencias –Sedena y Semar- el número de bajas de personal integrante de fuerzas especiales.
Por parte de Sedena se respondió: “Se hace de su conocimiento que después de haber realizado una búsqueda exhaustiva en los archivos de esta dependencia, no se localizó la información con el nivel de detalle como usted la requiere, por no haberse integrado debido a que no es necesaria para los trabajos que se realizan en esta Dirección”.
Se preguntó en específico por el número de miembros de los grupos de Fuerzas Especiales (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales y Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales) que han solicitado su baja o que han sido considerados en deserción.
Y la respuesta fue referir a la cantidad total de bajas que por los motivos ya citados ha tenido el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. En el documento de respuesta se agregó que “el número de efectivos varía constantemente en virtud de las bajas y deserciones de efectivos que se presentan en el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos”.
A Semar se le preguntó también por las bajas de ese personal con adiestramiento especial. La respuesta fue: “Sobre el particular, esta dependencia informa que la Unidad de Operaciones Especiales fue creada el primero de octubre de 2014 y las fuerzas que la componen se integraron hasta el 16 de enero de 2015 mediante acuerdo secretarial número 144 de fecha 15 de septiembre de 2014.
“Por lo anterior se hace de su conocimiento que las atribuciones de la Unidad de Operaciones Especiales se encuentran establecidas en el artículo 45 del reglamento Interior de la Secretaría de Marina y en citado numeral no se establece la función o competencia de llevar un control, registro o estadística del “Número de elementos integrantes de fuerzas especiales que han solicitado su baja, y el número de elementos integrantes de fuerzas especiales a quienes se les ha considerado en deserción durante el periodo de 1980 a la fecha. [texto de la solicitud de información]
“En ese mismo sentido, la Unidad de Operaciones Especiales también carece de atribuciones para llevar el control del número de elementos integrantes de Fuerzas Especiales que han solicitado su baja, así como de aquellos elementos que se les ha considerado en deserción”.
Las bajas que se volvieron problema de seguridad
En la historia de las Fuerzas Armadas se ha conocido de las bajas de elementos que estuvieron precisamente en fuerzas especiales, particularmente militares, por el caso ocurrido a finales de los años noventa y los primeros años de 2000, al quedar al descubierto que varios Gafes y Ganfes que habían solicitado su baja voluntaria o de plano desertado, lo hicieron para operar como brazo armado del Cártel del Golfo, haciéndose llamar Zetas.
Se trataba de personal altamente adiestrado al que habían asignado tareas contra el narcotráfico en Tamaulipas, Sinaloa, Quintana Roo, Campeche, Chiapas, Michoacán, en coordinación con corporaciones civiles de la entonces Procuraduría General de la República, y el entonces Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
El teniente Arturo Guzmán Decena, quien habían ingresado al Ejército en mayo de 1992 y desertó en septiembre de 1997 para encargarse de la seguridad de Cárdenas Guillén sería el fundador, a quien se sumó Heriberto Lazcano, enlistado en el Ejército en junio de 1991, y quien solicitó su baja en marzo de 1998. Y fueron reclutando a otros de sus compañeros.
Cabe recordar que, tras la detención, encarcelamiento y extradición de Osiel Cárdenas a Estados Unidos, ocurrida en 2007, Los Zetas se asumieron como socios del Cártel del Golfo, en lo que denominaron La Compañía, con el exmilitar Heriberto Lazcano como dirigente junto con la familia de Cárdenas Guillén, para diversificar sus actividades criminales, particularmente en el robo de combustibles y sus delitos asociados como lavado de dinero. Y luego se escindieron consolidándose como uno de los grupos criminales con mayor expansión.
Al cabo de los año, los Zetas fundadores o también llamados “Vieja escuela” fueron algunos detenidos, o muertos, o extraditados también a Estados Unidos. En tanto que su reclutador, Cárdenas Guillén, recientemente -en agosto- fue liberado por las autoridades estadounidenses tras una veintena de años en prisión y como parte del acuerdo al que el narcotraficante llegó con ese gobierno que incluyó admitir su culpabilidad en todos los cargos imputados, su colaboración en declaraciones que fueron selladas “de por vida”, y el pago de 50 millones de dólares.
Cuando conformaron los Zetas, el estatus de baja de esos militares fue de baja por haberla solicitado, otros pidieron la baja para pasar a reserva y otros más desertaron.
Trazabilidad
Aunque la deserción se considera delito en el ámbito de la justicia militar, o las bajas relacionadas con procesos judiciales que implican algún procedimiento –que puede tener competencia en el ámbito militar o civil–, una vez que salen de las filas de la milicia no se da seguimiento a las actividades en que pudieran enrolarse.
Hasta ahora no hay un sistema de seguimiento de actividades de personal que deserta o pide su baja, explicaron integrantes de ese sector.
-¿Como evitar que las deserciones en las Fuerzas Armadas se traduzcan en la cooptación para los grupos criminales de ese personal entrenado?– se pregunta al experto en seguridad y crimen organizado, Josué Ángel González, doctor en Ciencia Política por la UNAM.
“Esa es una de las grandes preguntas que se ha planteado ya durante varios sexenios y durante varias administraciones, que es el hecho de que no se le da trazabilidad a aquellas personas que han desertado de las fuerzas armadas. Yo recuerdo que hice mi tesis de licenciatura justamente sobre Los Zetas, donde se establecían en Tamaulipas, cartelones donde se señalaba que si formaban parte de tales grupos del Golfo o Los Zetas podían ganar tanto dinero incluso más que dentro de las fuerzas armadas, incluso en ese momento de la Policía Federal.
“No había nivel de comparación que podía representar los beneficios económicos de los grupos criminales, que tienen una chequera mayor que las fuerzas armadas. Digamos estas condiciones se han repetido con diferentes grupos, porque evidentemente cualquier grupo criminal lo que busca es tener elementos de alta especialización; entonces cómo se podría evitar, es una pregunta difícil, pero si tendría que ver con el cómo le das trazabilidad a las personas que han desertado o que han dejado las fuerzas armadas”.
Explica que: “Para mi tendría que ser la trazabilidad de estas personas que se han desertado, el que las instituciones establezcan mecanismos de apoyo después de terminar sus actividades dentro de las instituciones, y también que se puedan incorporar tal vez a una vida productiva más allá de las fuerzas armadas si es que ya no quieren continuar en estos medios”.
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