Ancelotti, corazón tan blanco | Crónica

El Real Madrid vence 2-0 al Borussia y logra su sexta Champions League en diez años; la décimo quinta en su inigualable palmarés

junio 1, 2024 3:59 pm Published by

Mauricio Mejía

Carlo Ancelotti gana su quinta Champions League -la tercera con el Real Madrid- con la doctrina personal que consiste en tener el balón cuando sea necesario y aprovechar sus atributos cuando sea requerido; sin cortapisas. La vieja escuela, de la que el técnico blanco es continuador y reformador sostenía que en el futbol importan los extremos: los comienzos arduos y los finales letales.

Ancelotti, lobo longevo en el estudio del tiempo, ha sacado provecho de la tradición y ha conducido, sin aspavientos, al Real Madrid a su décimo quinta copa europea.

Los blanquillos pasados por agua no se cuecen en el primer hervor, el míster italiano hizo soportar a su equipo un asedio alemán durante casi 75 minutos para, con una daga desde el tiro de esquina -la más estratégica de las armas del esquema de juego-, dirimir un duelo en el que el futbol estaba del otro lado. ¿Quién ha dicho equivocadamente que este juega se gana con posesión, con toques continuos y con el dominio de la cancha?

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Quien lo haya dicho, esta noche debe planearse seriamente su libreta de apuntes. La maquiavélica Italia ha dejado en claro desde la mitad del siglo XX que las estadísticas sólo sirven para los falsos monederos de la prensa y los narradores de pasatiempos.    

Disciplinado, con el orden como base, el Madrid aguantó la altanería casi adolescente del Dortmund, que llegó a Wembley dispuesto al arrebato de la irreverencia, como si el rival no tuviera la heráldica del mas grande en la máxima liga de clubes del mundo, como si un gol en despoblado pudiera inquietar el abolengo y las andanzas del Cid merengue, tan diestro en el olfato de las artimañas de sus rivales después de tantas finales desde el origen de esta competencia, en la que ha ganado seis diplomas en diez años.

Cuando el ritmo caía en el tedio, cuando se asomaba el extratiempo en el poniente del partido, Carbajal -nacido en 1992, cuando Ancelotti se retiraba del futbol activo para iniciar su extraordinaria carrera como técnico y quien ha igualado al mitológico Gento con seis títulos de Europa- el siempre impetuoso defensa blanco remató en el área y dio sentido al aguante planteado por Ancelotti, a quien fascinan los golpes brutales contra las cuerdas del cronómetro. Los metafísicos volvieron a preguntarse: ¿Qué romance anida entre la Champions y el Real Madrid, que siempre terminan encontrando la luna en la tempestad de las batallas?

Ancelotti sabe que dirige a un once de la aristocracia europea, que suyos no son los desplantes irracionales, casi barriales, casi obreros, que en el Real Madrid importan a la par las formas y los modos. Y en esa educación sentimental los remates de cabeza parecen espadas desnudas: tino letal, cuchillo crucial, herida mortal. Cuando la pelota entró en las redes del Dortmund, Ancelotti y el esto blanco supieron que el duelo estaba resuelto, que habría festejo en Chamberí.

El gol de Vinicius, producido por un innombrable error de zaga, sirvió como telón para la despedida de Kroos, el astro alemán del medio campo que ha dicho adiós a la pelota en lo más alto de una carrera de enciclopédica prosapia.

El realismo de Ancelotti ya se asemeja al de la épica: implacable, impecable…total.

Siempre hay un gol que se grita en Madrid.       

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